Page 393 - Biografia
P. 393
Jorge Humberto Barahona González
llegué a tiempo para publicarla, dejo constancia que la sigo esperando. Hoy, haciendo
el borrador del libro (junio 4 de 2009) si no llega, transcribiré esta nota del escritor, con
la frustración de que ustedes, mis queridos lectores, no podrán disfrutarla, pero a lo que
vinimos y sigamos que pa’lante es pa’ya…!
Les contaba que era mi otro ángel de la guarda, porque…? Resulta que como yo te-
nía mi problema de vivienda, él me dijo: “Jorge Humberto (así me decía siempre), tengo
un amigo donde ya lo recomendé para que le arriende un apartamento, le interesa…?”,
hablamos con don Pedro González, dueño del apartamento, quedaba ubicado en una
hermosa terraza (nunca vi la hermosura), era un hueco con cocina, de la casa de tres
pisos, constaba de una habitación-dormitorio (desde donde les estoy narrando estas
historias, hoy, 9 de la mañana de abril 30 de 2009), la cocina queda al lado, pero como
soy una papa, por no decir una aveuh (léase al revés) para cocinar, lavar, planchar, etc.
Esta cocina la utilizo de closet y enseguida está el baño, donde sufro todos los días,
porque el agua de la ducha sale en cubitos de hielo por lo fría y yo acostumbro a bañar-
me con agua caliente, aun en tierra caliente, pero en fin, menos mal que soy como un
“Toyota”, todo terreno. Pero lo que es el sanitario, estoy feliz, ya que lo puedo utilizar a
la hora que me dé la gana, y eso para mí es una bendición de Dios, por lo que ustedes
ya han leído.
Por estos días, había caído una granizada como nunca había caído en Bogotá y us-
tedes dirán, bueno, y eso que le importa o que le afecta a este, su escritor preferido…?
Pues eso decía yo, pero cuando llegue por el trasteo de mis chécheres, oh sorpresa…!
mis maletines y cajas de cartón quedaron vueltas mier… mejor, vueltas añicos, porque
estaban ubicadas debajo de un cobertizo, cubierto con tejas plásticas que, con el peso
del granizo acumulado, toda esa área se desplomo. En todo lo que quedo debajo del
barro y del agua, estaban mis cosas y mi ropa. Desesperado (otra vez), me toco, y digo
me toco, porque no quería molestarlas, buscar a Yaneth y a la negra, entre las dos me
prestaron para comprar mi cama, me fiaron y recomendaron ante don Pedro, otra vez
mi situación anímica y económica, mejoro berracamente.
Nuevamente llame a mi compadre memo, hicimos el trasteo, que incluyo trapero,
escoba, recogedor, papel higiénico, crema de afeitar de espuma, etc. Después de dos
años, me estoy adaptando a mi vida solitaria, pero ahora visito mucho a Jesucristo
nuestro señor, que yo sé que, con su poder, me ayuda en mi nueva vida que espero (si
Dios me lo permite), dure hasta los 80 años o más, espero que en esa época, pueda
disfrutar del momento como me gusta.
393