Page 14 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
merecido que lo recibimos todos los ecuatorianos con enorme alegría.
Su historia tiene ribetes espectaculares. Su gran vicio fue dar vueltas
olímpicas. Lo hizo en los albores de su carrera, proclamándose
campeón provincial con Deportivo Quito en 1955, 1956, 1957 y
1963. Fue campeón nacional con la divisa azulgrana en 1964, todo esto
dentro del rectángulo, en el que lucía su doble función de organizador
y goleador.
Jugaba casi siempre con el número ‘10’, pero conocía los secretos que deben
adornar a un goleador y también estremecía la red con inusual frecuencia.
Todavía me parece mirar su imagen tempestuosa, su loca carrera con el
puño en alto, delirando tras meter la pelota en la red.
El vicio por el triunfo siguió como técnico. Los testimonios de cuatro
coronas adornan sus pobladas vitrinas en su casa de campo de Yaruquí.
Un templo en el que reposan sus medallas, sus trofeos y una colección
invalorable de fotografías que atestiguan los títulos obtenidos con
Deportivo Quito en 1968 y con Nacional en 1976, 1982 y 1992, que
fue la última gran alegría que vivió en el fútbol profesional del que se
retiró oficialmente en 1994.
La historia del fútbol ecuatoriano está íntimamente ligada a la rutilante
carrera de Ernesto Guerra. El 11 de julio de 1954 marcó el primer gol de
la era profesional del fútbol en Pichincha. Fue en el choque entre Liga
y el Argentina, el primer club de su carrera. Fue el primer aviso de su
capacidad para bombardear récords, una costumbre que no abandonaría
nunca más en su vida. Han pasado 59 años desde aquel gatillazo histórico
que durmió en la red de Eduardo Bores, el arquero de la ‘U’.
El 10 de noviembre de 1957 se convirtió también en el autor del
primer gol de los campeonatos nacionales. En realidad no fue solo uno,
concretó un hermoso doblete. Dos veces la recogió del fondo, el golero
Pablo Ansaldo. Fue en el triunfo conseguido por Deportivo Quito 2 a 1
ante Barcelona, jugado en el Estadio del ‘Arbolito’. El tanto canario fue
obra de Reeves Patterson, un moreno de impresionante estampa, que era
marinero de profesión.
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