Page 17 - LIBRO ERNESTO
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Es preciso recordar, que su profundo amor por esta tierra, lo mantuvo
aferrado a sus raíces, aún perjudicando su carrera de jugador que tuvo
altos niveles. Tras el Sudamericano de 1959, Juan López, el DT uruguayo
que dirigió a la selección nacional, gestionó para vincularlo a Nacional
de Montevideo, pero Ernesto decidió no moverse. López había sido el
mentor del traspaso al balompié charrúa de ‘Cabeza Mágica’ Spencer,
que resultó una de las transferencias más sonadas y productivas en la
historia del club ‘Carbonero’. Mediaron también para la negativa, el
pequeño monto que ofrecían, y la falta de claridad en las tratativas que
fueron manejadas a sus espaldas por el ‘Gato’ Icaza, como presidente del
club y Eduardo Bores, que era el técnico. Aparte, ya tenía dos hijos y era
complicado mover a la familia hasta el Cono Sur.
En otra ocasión, Guerra fue requerido por el Deportivo Táchira
de Venezuela. Incluso llegó un telegrama a las oficinas de AFNA
oficializando el pedido, pero el goleador quiteño también se negó
a jugar en el país llanero. Un hombre nostálgico como él, no podía
alejarse de su querencia, de su hábitat y de sus seres queridos.
Tras el retiro, el fútbol profesional parecía haberlo abandonado y dio
rienda suelta a su actividad como comerciante, habilidad que es una
herencia familiar que le corre por las venas. Montó algunos negocios,
dos de ellos de gran reputación y prestigio, pero cuando le iba agarrando
el pulso a su actividad de empresario, apareció una comitiva de dirigentes
de la ‘segunda y tercera línea’ de Deportivo Quito, porque los de la
‘primera línea’ habían corrido despavoridos, cuando el equipo se marchó
al descenso en 1966, que fueron a ofrecerle el cargo de técnico, al que no
se pudo negar, porque la sangre azulgrana que siempre regó su cuerpo, le
metió de cabeza en el proyecto de retorno a la Primera División.
Ganó ese derecho en 1967 y cuando se preparaban para armar el
equipo de 1968, aparecieron como por encanto, aquellos dirigentes
que habían huído asustados, que tomaron nuevamente el mando y
pretendieron volarle del cargo.
Alguien lo llamó, le sopló que habían regresado los carentes de fe que
dejaron al club, que estaban reunidos armando el equipo y que querían
Memorias de un triunfador 17