Page 21 - LIBRO ERNESTO
P. 21

que le pusieron en la antesala del título. Pero la gloria lo estaba esperando
               en Nacional, el formidable equipo de los ‘Puros criollos’, que armado con
               el gusto y la paciencia de un fino orfebre, ganó entre 1976 y 1984, el ‘Bi
               Tricampeonato’, un logro jamás repetido en los torneos ecuatorianos.

               Dos de aquellas seis estrellas nacieron de la mano sapiente de Ernesto
               Guerra. La primera en 1976, abriendo la primera triple corona en
               seguidilla, que remató ‘Talla Única’ Morales. Y la segunda, que el
               respetado, venerado y querido ‘Trompudo’ inauguró en 1982, tras una
               magistral definición en partido extra jugado en el Estadio Bellavista de
               Ambato, escribiendo un contundente 3 a 0, en una tarde memorable,
               que vivirá por siempre en el corazón de la hinchada militar.

               Ernesto Guerra no dio la vuelta olímpica con su equipo en la tarde
               consagratoria de aquel 5 de enero de 1983. Se ocultó en un costado
               para que los jugadores fueran a brindarle el nuevo título a las tribunas.
               Después la hinchada reconoció al ganador. Lo alzó en hombros y lo
               paseó en la tarde inolvidable de Ambato. Se quedó entre los brazos
               agradecidos de cientos de simpatizantes. Recibió el momento triunfal
               sin histerias ni revanchas. Saboreó el ‘imperativo del triunfo’, fiel a su
               terminología particular ante un estadio enfervorizado que le premió
               con el calor de su aplauso.


               Después se retiró feliz al vestuario. Había ganado la segunda estrella
               con Nacional. La tercera en su magnífica carrera de técnico. En el 82
               volvió a demostrar que era y siempre fue un ganador de estirpe, que su
               matrimonio con el éxito era el pulmón de su vida.


               La dirigencia de Nacional tuvo que sudar la ‘gota gorda’ para contratar
               sus servicios. Recién al tercer intento logró su propósito. En el primer
               contacto, al analizar su aspiración económica, le dijeron que quería
               ganar como un técnico extranjero. Ernesto pegó el portazo y se fue,
               no sin antes aclararles, que si era por cuestión de nacionalidad, ningún
               dinero del mundo podía alcanzarles para contratarlo.

               En el segundo intento, seguían pensando que era un técnico muy caro,
               y le propusieron que para pagarle ese monto tenía que trabajar en

                                                Memorias de un triunfador   21
   16   17   18   19   20   21   22   23   24   25   26