Page 82 - LIBRO ERNESTO
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Ernesto Guerra Galarza
La prensa porteña bramaba lanzándome dardos venenosos y
presagiando mi fracaso. Otro gran reto aparecía en el camino.
La hinchada se hizo eco y me recibió en el debut con una
sonora silbatina. Tenía todo en contra para arrugarme, pero mi
temperamento ganador otra vez salió a flote para afrontar semejante
responsabilidad. Barcelona había pagado 22 mil sucres, precio
record de transferencia en esa época de escasos negocios grandes en
el fútbol doméstico.
El dólar se cotizaba a 17 sucres. 1.297 billetes verdes y algunas
monedas, habían salido de las arcas canarias para contar con mis
servicios. Una propina, si uno compara con las astronómicas cifras
que se manejan en la actualidad. Pero esa era nuestra realidad. Y
seguramente era una cifra sideral para la época. Ya era un jugador
fogueado, hablador y canchero. Hablaba antes, durante y después
del partido. Pero no era solamente verso. En la cancha demostraba
que podía y dejaba la piel por el triunfo.
En la plantilla torera estaban grandes jugadores. El arquero Pablo
Ansaldo, Luciano Macías, Vicente Lecaro, Armando Solís, Enrique
‘Pajarito’ Santos, los Cañarte, Simón y Clímaco, Salcedo y algunos
más que no recuerdo puntualmente sus nombres. Integrarme a
Barcelona fue un acontecimiento especial para mi. Barcelona
siempre fue un equipo ‘top’. No cualquiera es requerido por el club
más popular del país.
La hinchada de Barcelona no me quería en el equipo, influenciada
a morir por los comentarios venenosos de ciertos periodistas
enceguecidos. Debuté en un clásico del Astillero ante Emelec en
el George Capwell en medio de un ambiente hostil provocado por
la propia hinchada del ídolo. Cambié las pifias que me dedicó la
tribuna cuando salté a la cancha por un consagratorio final.
Ganamos 1 a 0 y fui el autor del solitario gol del triunfo. Robé la
pelota en la zona de gol entre Carusso y Cruz Ávila y la encajé en el
arco millonario que defendía el ‘Chino’ Cipriano Yu Lee. “¡Gol de
Pichincha!”, salí gritando a voz en cuello, en un acto muy atrevido.
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