Page 83 - LIBRO ERNESTO
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Capítulo 4



               No lo hice con mala fe, me salió del alma. Antes del gol estuve a
               centímetros de meterla en la red, tras una espectacular chilena.


               Al final del partido, el ‘pueblo amarillo’ me sacó en hombros.
               Había despedazado el trauma de los desquiciados que querían a
               fuerza de  consignas infundadas, cerrarles la puerta a los jugadores
               de la Sierra, como si tratara de enemigos mortales. Qué recuerdo
               tan sublime: debut en un ambiente enrarecido y gol.

































               La zurda de Ernesto Guerra ya despidió el cañonazo que se escurre cerca al ángulo izquierdo
               alto del arco defendido por Cipriano Yu Lee, golero de Emelec. Un golazo de verdad.

               Un gol de enorme importancia, porque los goles en los clásicos tienen
               un significado especial. Valen doble. Porque permiten ganar el partido
               y sobretodo, meterse en el alma de la hinchada, que es lo que a mi me
               pasó. Cómo no voy a estar agradecido con mi carrera, si paso a paso
               fui saboreando inmensas satisfacciones. Siento inmenso cariño por la
               ‘Caldera del Diablo’. Por ese estadio George Capwell que fue testigo de
               un jirón inolvidable.

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