Page 3 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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Posteriormente, la concepción de este dios en el Talmud y en el Shulján Aruj, es por
entero la de un ayudante y protector celestial en la obra de los judíos para adueñarse,
con argucia o violencia de los bienes de los otros pueblos.
No es una casualidad que en todas partes donde asoma la judería se manifiesten
quejas sobre ella. Estas quejas no se limitan a los círculos culturales cristianos de la
temprana Edad Medía, donde no solamente se echa en cara a los judíos la crucifixión
de Cristo, surgen también en medios mahometanos. El conocido exegeta del Corán,
Manawi al Maulid (821 d. C.), escribía:
"¡Esperar honradez y espíritu de justicia de un judío es tanto como buscar la
virginidad en una vieja ramera!".
En el Reich Alemán estas quejas son igualmente antiguas y se incrementan
vertiginosamente en el período posterior a la Guerra de los Treinta Años.
Las comunidades judías que habitaban el suelo alemán durante la época romana
desaparecieron durante las migraciones de los pueblos germánicos y su reaparición
data del período carolingio.
También entonces su actividad era criminal. El santo obispo Agobardo de Lyon,
informa al Kaiser Luis el Piadoso (814-840) que los judíos ejercen un activo comercio
de esclavos con niñas y varones alemanes, castrando a éstos y vendiéndolos al
chalaneo en España a los mahometanos como guardianes de harén. (l) El obispo dice
abiertamente que casi toda la Corte del Káiser estaba sobornada por los judíos. "De la
corte de Lyon ?expresa- llegaron funcionarios con órdenes imperiales, las que son un
motivo de júbilo para los judíos y de pavor para los cristianos. Me resulta imposible
creer que tal cosa sucediera con conocimiento del Káiser.Ya osan los judíos
prescribirnos leyes y blasfemar sin temor contra Cristo ¿Y por qué somos objeto de
este trato?
Por ningún otro motivo que el haber prohibido a los miembros de nuestra feligresía
vender a los judíos siervos cristianos, porque vedamos a los judíos el comercio con
esclavos cristianos para España, porque no toleramos que los judíos tomen a
sirvientes cristianos a su servicio y los induzcan a holgar en los días sábados y a
trabajar los domingos y a comer carne durante la Cuaresma, ni que los cristianos
compren a los judíos carne que éstos consideran impura y llaman sarcásticamente
"ganado cristiano". Los judíos se jactan del favor del Káiser, de su influencia entre los
más altos funcionariosdel Reich, de su libre acceso a la corte; muestran los vestidos
que sus mujeres recibieron como regalo de las princesas. Les ha sido otorgado el
permiso de construir nuevas sinagogas, más aun, los funcionarios imperiales hasta han
trasladado las ferias anuales del shabat a otros días para complacer a los judíos".
Ya antes de la Guerra de los Treinta Años, las condiciones de seguridad en el Sacro
Imperio Romano de la Nación Alemana, podían ser definidas como lamentables. Las
numerosas quejas sobre los actos de violencia de los vagabundos y de bandas de
merodeadores, los decretos imperiales, las amenazas de los príncipes regentes, etc.,
muestran qué dimensión había adquirido el mal. El Kaiser Rodolfo II, declara en