Page 8 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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llegándose al extremo de que la propia autoridad se entregara abiertamente a los
pecados".
Bajo estas circunstancias, en vastas regiones no podía hablarse de una policía o de
alguna forma de seguridad. La judería de Alemania, en cambio, al terminar la Guerra
de los Treinta Años se hallaba en una situación por lo menos mejor que el resto de la
población. La época registra abundantes noticias sobre el lujo de los judíos
enriquecidos con los suministros bélicos y la compra de mercadería robada, como el
gran proveedor del Ejército Imperial, Jud Schmieles, ennoblecido más tarde como
"von Treuenfels". Asimismo, se había incrementado el número de judíos. Las terribles
sublevaciones de cosacos en Polonia bajo Bogdan Chmielnicki y Peter Doroschenko,
en las cuales había desbordado el encono de los campesinos y cosacos ucranianos,
desvergonzadamente desvalijados por completo por la usura de los judíos, y que
duraron desde 1648 hasta la restauración de la tranquilidad en Polonia bajo el rey Juan
III en 1674, habían obligado a alejarse de allí a decenas de miles de judíos. Excepto
los que se dirigieron a la Moldavia turca (al Gran Ducado de Moscú, que no toleraba a
los judíos, no podían hacerlo), las masas judías que huían del sable o de la tea
incendiaria de los cosacos, se volcaron sobre las completamente abiertas fronteras
alemanas, viendo en Alemania un amplio campo para sus anhelos de enriquecimiento.
Al concluir en 1648 la Guerra de los Treinta Años, empero, las luchas no cesaron. A
las guerras libradas en las fronteras con los turcos, que alcanzó su punto culminante
en el asedio y la liberación de Viena, les siguieron los sangrientos conflictos
originados en las intenciones de Luis XIV de Francia de despojar al Reich, más tarde
la Guerra de Sucesión Española, desde 1701 hasta 1714, y simultáneamente la Guerra
Nórdica de 1700 a 1721. Si bien la Guerra de Sucesión Española afectó sólo a ciertas
zonas de Alemania del Sur y de los Países Bajos del Reich, la Guerra Nórdica hizo
que desde Mecklenburg hasta Sajonia, a través de toda Alemania del Norte y del Este,
marcharan, cuerpos de ejército suecos, rusos y polacos, y acamparan durante largos
años las tropas extranjeras, tal el caso de los rusos en Mecklenburg, lo que trajo
aparejado la destrucción completa de los primeros intentos en pro de una organización
policial y de las medidas tomadas para la seguridad pública.
La total degeneración de las administraciones comunales, donde por lo general unas
pocas familias de notables tenían el poder en sus manos y lo explotaban egoístamente
para beneficio propio, las rivalidades entre los soberanos y los estamentos estatales
(que en Brandenburgo y Prusia fueron resueltas por el Príncipe Elector en favor de los
primeros, a la inversa de Mecklemburg donde terminaron con la victoria de los
estamentos), la existencia de territorios muy mal gobernados, como la Pomerania
Anterior sueca, todo lo cual paralizó en grado extremo la lucha contra la criminalidad.
Y entonces es notable constatar cómo en la literatura contemporánea, los lamentos
sobre la criminalidad judía pronto comienzan a predominar respecto a los otros
reproches contra los judíos por blasfemia a la fe cristiana, traición al Reich y usura.