Page 11 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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de oro, donada por el Káiser Otón II en el año 969, había sido casi totalmente
                     destrozada, robándose el oro y las piedras preciosas.
                     Las investigaciones hicieron recaer primeramente las sospechas sobre el hijo de un
                     habitante de Lüneburg, Christian Schwanck, un marino de Hamburgo, el cual fue
                     arrestado.  Al  ampliarse  la investigación se detuvo al verdadero ejecutor de estos
                     robos, un tal Nikolaus List, quien recorría el país ricamente ataviado y con
                     servidumbre, y que se hacía pasar como Señor del Mosela. Se determinó, asimismo,
                     que cierto número de judíos habían sido los encubridores y co autores. Se descubrió
                     que la banda, que se hallaba organizada como si fuera una empresa comercial, poseía
                     vinculaciones en todo el Reich y había sido la autora de innumerables asaltos y robos.
                     La nota característica que se advertía en la misma era que los no-judíos obtenían
                     escaso provecho de los robos, mientras que los encubridores judíos se hicieron ricos.
                     Sólo List confesó haber llevado a cabo 29 asaltos de envergadura y numerosos de

                     carácter menor; su compinche Christian Müller admitió 21 robos y otros no-judíos
                     una cantidad similar. Todos declararon que tanto el espionaje del lugar donde se
                     llevaría a cabo el hecho así como la comercialización de la mercadería robada, eran
                     realizados por sus mandantes judíos, de los cuales les fue imposible separarse. El
                     acusado Pant dijo francamente al predicador Hosmann: "Si en un lugar se encuentra
                     que allí viven judíos, sólo habría que pensar resueltamente, que en ese lugar gobierna
                     la pestilencia". El acusado judío Jonas Meyer observó una conducta particularmente
                     detestable, tratando hasta último momento de negar todo, valiéndose de artimañas y
                     negativas, debido a lo cual Hosmann hace notar lo que sigue: "Pudiéndose observar
                     de paso cómo este pueblo está lleno de intrigas y que, cuando con el mayor énfasis
                     juran que dicen la verdad, también en el momento ,que por fin uno les quisiera creer,
                     saben distinguir muy bien, sin embargo, entre la verdad en parte y entre la verdad

                     total, y cuando por lo más alto juran que dicen la verdad en ello no en todo momento
                     entienden la verdad total sino solamente la verdad en parte, que según su opinión
                     también, pese a todo, es la verdad. Por lo que frecuentemente retienen de la verdad
                     circunstancias de las que depende una gran, cuando no la mayor parte".
                     Entre los latrocinios cometidos se destacó el asalto a la casa de un comerciante
                     mayorista de Lübeck, que había sido instigado por el judío Goldschmidt, residente del
                     lugar, quien confesó durante el juicio haber sido partícipe en el robo a la Catedral de
                     Hamburgo hecho en el que tuvo actuación relevante el judío bautizado Vinzenz
                     Niclas.  Es  sintomático que Oppenheimer, el poderoso judío de la corte vienesa,
                     intercedió por Nathan Goldschmidt: "Como se tendrá seguramente más ejemplos de
                     que los Judíos Ladrones confíen en sus amigos de las cortes de los grandes señores, y
                     creen que mediante la negociación de éstos, aunque su actividad quedase
                     completamente al descubierto al menos podrán ganar, a pesar de ello, la liberación de
                     la pena de muerte ordinaria."
                     La intercesión de Oppenheimer, sin embargo, no pudo salvar al judío Goldschmidt. El

                     acusado judío Jonas Meyer escribió todavía después de su condena que "él no era un
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