Page 9 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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En vísperas del siglo 17, que aquí ha de considerarse, sale a luz un pequeño libro que
resume todos los reproches contra los judíos, que conocemos ya en la época
precedente, pero que resalta, como nunca nadie hasta entonces, el papel de la judería
en la criminalidad. En la portada lleva impresa la figura de un judío sentado en el
arado, al cual se hallan uncidos tres alemanes desharrapados, en tanto el diablo
conduce el arado y de los surcos que éste abre caen vajillas de oro y de plata así como
objetos preciosos, mientras el judío exclama: "Este es mi campo y mi arado". Al estilo
de la época, el librito lleva el siguiente título: Jüdischer Schlangenbalg: oder
ausfürlich- und eigentliche Beschreibung Der Jüdischen Lästerungen welche sie
täglich wider Christo dem Herrn seiner Hochgebenedeyeten Mutter und die gantze
Christenheit in ihren Schulen und anderen Orten ausstossen. Darbey Ihre
Betrügereyen listige Practiquen so sie wider die Christen thun enthalten. Jedermann
zu hoch nothwendiger Warnung und Nachricht in dem Druckgegeben. Im Jahre 1716.
(8 bis)
Después de exponer las quejas respecto a las múltiples injurias a la religión cristiana y
a Cristo por parte de los judíos, el autor describe la forma en que los usureros judíos
se hacen llenar los pagarés por partida doble, cobrando a los herederos deudas ya
canceladas y luego detalla cómo los judíos organizaban bandas de ladrones: "Sucedió
dos años después, que en el país de Bohemia, en Praga, había un judío del cual
dependían los ladrones de todo el país, que le llevaban cuanto habían robado y que él
pagaba con escaso dinero. El judío vio que estos maleantes bien le servían y pensó en
este artilugio. Fue a ver a los sacerdotes, se conquistó la confianza de ellos con
charlas zalameras y comió y bebió con ellos. En el transcurso de la conversación se
tocó el tema de los tesoros que podían encontrarse en las diferentes casas de Dios.
Una vez que aquellos se hallaron ebrios, el judío vio la ventaja de conseguir la llave
de la iglesia, hizo un calco en cera de la misma y encargó una réplica de tal llave, que
luego entregó a los ladrones. Estos después abrieron la iglesia, robaron todo el oro y
la plata y se lo llevaron al judío. El judío practicó esta fechoría en muchos lugares, de
manera tal que con tan artera bellaquería reunió una gran suma de dinero y se hizo
muy rico".
El judío, por lo tanto, actuó aquí como "Baldower" (9) para la banda de ladrones
mantenida por él para el desarrollo de su negocio de encubrimiento.
El librito también se lamenta de que los matarifes judíos ensucian deliberadamente la
carne vendida a los no-judíos: "Hay algunos judíos en pueblos de la campiña a
quienes se les permite sacrificar animales y vender carne, ahí tienen una buena
oportunidad según la doctrina de su Talmud: Como no comen, pues, ningún cuarto
trasero o por lo demás venden algunas partes, que no les son decentes (porque lo
mejor les gusta conservarlo de cualquier modo y lo devoran ellos mismos) entonces
dejan que sus hijos a las mismas antes de que las vendan a los cristianos las ensucien /
embadurnen las cubran de moco y orinen encima, dicen al mismo tiempo ¡que el
cristiano al comerlas contraiga una mala enfermedad o hasta la muerte!"