Page 7 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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confesar. Por ello, esté advertido el que quiere ser advertido y haga el bien a su
prójimo según el amor, modo y mandamiento Cristiano. Esto válgalo, Dios. Amén".
Las quejas sobre el apoyo de los judíos a los ladrones y bandidos, acerca de la
participación de los judíos en hurtos por medio de bandas y otros delitos contra la
propiedad y la seguridad personal, eran, sin embargo, hasta aproximadamente el
término de la Guerra de los Treinta Años, sólo la parte menor de las acusaciones
contra los judíos. En primer plano figuraban las blasfemias de los judíos, expresadas
por escrito u oralmente, contra la religión cristiana, la reiterada acusación de crimen
ritual de niños, apoyadas en un incremento constante de pruebas, ocasionalmente
también el cargo de colaborar, traicionando al Reich, con el enemigo tradicional de
entonces, el turco, pero sobre todo la queja respecto a la salvaje usura practicada por
los judíos -en intereses y especies - en perjuicio de los artesanos y labriegos.
Luego de las terribles devastaciones ocasionadas a la tierra alemana por la Guerra de
los Treinta Años, a su finalización quedaron en libertad grandes masas de soldados,
totalmente deteriorados, los cuales se dedicaron al bandidaje que adquirió de este
modo grandes proporciones. En el curso de la contienda soldados merodeadores
habían cometido incalificables crueldades. A ambos lados de los ejércitos que apenas
eran mejores que ellos, verdaderos enjambres de bandidos y de gente de guerra
fuertemente armados vagaban de un punto al otro. Hay que volver a leer a
Grimmelshausen en su Simplicius Simplicissimus para recordar cuán horribles eran
los métodos que empleaban estos bandidos para despojar por la tortura a la
desdichada población hasta de su último bien, cómo les cortaban los miembros, les
introducían azufre ardiendo en el vientre, los llenaban hasta reventar de la "Bebida
sueca", con abono liquido, etc. El médico e historiador Lotichius describe con
palabras conmo-vedoras en su obra Res Germaniae, la devastación exterior y moral
que entonces se produjo: "Lo que por encima de todo torna preciado el suelo paterno,
el hogar propio, los campos fecundos, los ricos prados, los jardines productivos, los
amigos y parientes, lo que del pasado alegra y regocija el presente, todo había
desaparecido y había sido aniquilado. No había seguridad ni para los pobres ni para
los empobrecidos: para que traicionasen a otros y delatasen tesoros o por pura
crueldad no se les martirizaba menos. La religión, la virtud, la devoción, el pudor y el
mérito no eran respetados en ninguna parte; y de este modo uno se entregaba a
muchos goces y vicios, y Alemania atentó al final en la peor forma contra Alemania.
La mayoría se había desacostumbrado tanto a la paz y al orden, que en medio de la
guerra, el desorden y la desobediencia se hallaban bien y su único objetivo era poner
en juego la vida por ello. Con anterioridad cada generación había acopiado, pensando
previsoramente en la descendencia; ahora el Estado, la Iglesia, la familia, el arte, la
ciencia, el comercio y la industria, todo yacía por igual en el suelo, y se despilfarraba
lo que había sido construido y creado durante siglos. Hasta clérigos, que deberían
consolar, y jueces, que deberían proteger, se volvieron egoístas y duros de corazón,