Page 12 - Mikorey, Max - Judaismo y criminalidad
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ladrón", y Hosmann, revelando un adecuado conocimiento de la ley talmúdica,
expresa: "Jonas participó personalmente o perpetró realmente violencia, forzó el
cajón. Todo el mundo juzgue si este no es un ladrón. Pero, según sus principios
trastornados, habría podido decir en su corazón: era un pagano a quien le pertenece
este dinero. Los paganos son perros y Dios entregó sus bienes al pueblo judío que los
puede tomar siempre donde lo pueda hacer. Yo por consiguiente, no soy un ladrón
ante Dios. Como que esta opinión arraigada, de vez en cuando, la hizo entrever en
forma no velada, especialmente cuando le fue leída su sentencia por el Tribunal en lo
criminal dijo al retirarse: Que quería haberles robado aun más a los goim, entonces
hubiera colgado con alegría".
Jonas Meyer camino al cadalso lanzó tan "abominables blasfemias" que por sentencia
judicial se sacó el cadáver de la horca y se le arrancó y quemó la lengua, colocando el
cuerpo boca abajo junto a un perro.
El procesado Lucy, exsoldado, confesó: "Sí, casi todos los robos son encargados por
los judíos y la gente es inducida a tal proceder por ellos. En especial existía en Halle
un judío llamado Assur Marx que con todos los judíos conocidos en diez leguas a la
redonda que enumeró en larga lista, tenía mucho trato. Los ladrones le llevaban las
cosas robadas que entonces las compraba todas a muy bajo precio".
Que el bautismo no mejora a los judíos se puso de manifiesto en este juicio en el caso
del judío bautizado Vincenz (Schapse) Niclas, de Hamburgo, y del encubridor, el
judío Fürst, por lo que Hosmann señala: "Como surge, pues, de innumerables
ejemplos, también comprobado en este proceso inquisitorial en diversas
oportunidades, que los Judíos Bautizados en su mayor parte siguen entendiéndose con
los judíos, o bien les señalan robos, o por lo menos donde pueden facilitan su
ejecución/ y en todas partes manifiestan apego a su nación. Por lo que hay que
considerar casi un milagro cuando un judío ha sacado completamente la cara detrás
del manto de la escandalosa actividad Judía".
Un típico ejemplo de lo expuesto se halla en el proceso de referencia, en la persona
del judío Schmuel Zöbl, quien reiteradamente ofreció hacerse bautizar si se libraba de
la horca, pero como tal petición le fue denegada, prefirió seguir siendo judío.
Si este proceso mostró con entera claridad la organización del bandolerismo judío,
esto se puso en mayor evidencia en los años posteriores. Encubridores judíos fueron
partícipes del gran asalto ocurrido en 1714 en la casa del cura Plesgen de Edderitz, en
Anhalt, ocasión en que el desdichado sacerdote fue asfixiado con almohadones y se
martirizó horriblemente al personal de servicio.
Una lista de numerosos bellacos del año 1715, que apareció ba-jo el título de
Gründliche Nachricht von Entsetzlichen und Er-bärmlichen Mordtaten Schändlichen
Kirchenrauben und vielen gefärhrlichen Dieb-Stählen (11), no sólo comprobó que
existían perfectamente ocultas guaridas de ladrones, provistas de pólvora, escopetas,
sables, palancas, barbas postizas, bolas incendiarias, ganzúas y cosas por el estilo,
sino también que los malhechores que ingresaban en una banda debían hacer un