Page 79 - Bochaca Oriol, Joaquín Democracia show
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inventó para ellos, lo que parece más probable- un pasado glorioso que sirviera de justificación
                  histórica ,a su petición de independencia. En 1957, cuando, bajo auspicios de la O.N.U. la antigua
                  colonia obtuvo su independencia, se adoptó el nombre de Ghana.    Se escogió tal nombre para
                  rememorar el legendario Imperio de Ghana, que existió mil años atrás. A pesar de las vehementes
                  afirmaciones de Nkrumah y sus secuaces en tal sentido, no ha sido posible, ni aún con la mejor
                  voluntad del mundo, encontrar la menor relación directa entre, la moderna Ghana y la del siglo X,
                  que era un territorio árabe que se extendió, aproximadamente, por las actuales Mauritania y Mali.


                  Un caso similar, o peor aún, es el de Zimbabwe, nombre que se ha querido dar al territorio de la
                  antigua Rhodesia del Sur. Dicho territorio estaba ocupado, en el siglo XIX, por dos tribus, los
                  matabelés y los bantúes, cuando fue incorporado al Imperio Británico merced al genio y al empuje
                  colonizador de Cecil Rhodes. Lo primero que hicieron los ingleses fue impedir que matabelés y
                  bantúes continuaran matándose los unos a los otros, algo que venían haciendo desde tiempo
                  inmemorial. Luego construyeron carreteras, hospitales, escuelas; en una palabra, colonizaron el
                  país, arrancándolo a su secular barbarie, dentro de lo posible. Cuando la subversión antieuropea
                  alcanzó a ese país, y tras el fracaso, por motivos que no procede analizar aquí, de la intentona de
                  Ian Smith que trataba de continuar, sin la tutela de los gobiernos de Londres, el predominio político
                  de los blancos, los llamados guerrilleros, matabelés y bantúes, obtuvieron la independencia.
                  Bantúes y matabelés no habían nunca convivido juntos, y al formarse el nuevo Estado -vamos a
                  llamarlo así- empezaron a matarse, unos a otros, alegremente, algo que habían dejado de hacer
                  por culpa de la insoportable manía del Hombre Blanco de mezclarse en. los asuntos ajenos.    Los
                  rusos apoyaban a los bantúes, mayoritarios, cuyos jefes máximos eran Robert Mugabe y el
                  Presidente de la República, que atiende por el nombre, tan bonito, de Canaan Banana.    Los
                  chinos, a los matabelés, menores en número pero más guerreros, y dirigidos por un jefe local,
                  llamado Joshua Nkomo. El estado de guerra civil latente continúa hoy en día, y no aparecen
                  indicios de que acabe nunca. Pero hay que tener bien presente una cosa antes de estructurarse
                  Rhodesia como tal territorio, bajo el imperio del Hombre Blanco, matabelés y bantúes habían sido
                  vecinos, en permanente hostilidad, y jamás habían constituido, no ya un estado, que tal estructura
                  política era desconocida en Africa antes de la llegada de los blancos, sino ni siquiera una unidad
                  tribal.    Pero, con todo, había que dar, por lo menos de cara al exterior, una imagen de estado
                  serio, y, para ello, había que fabricarle al nuevo país independiente un pasado. Naturalmente,
                  artificial, pues las tribus, en Política, no tienen pasado.    Así se inventó el mito de Zimbabwe,
                  nombre que se dio a la antigua Rhodesia del Sur. ¿De dónde procede ese nombre De las ruinas de
                  Zimbabwe, halladas por los arqueólogos ingleses a unos 24 kilómetros de Fort Victoria.    Se trata
                  de un conjunto de construcciones graníticas con murallas, torres, recintos cerrados, etc.    Datan del
                  siglo IX, las más antiguas, y del siglo XIV, las más modernas. Fueron construidas, según opinión
                  casi unánime de arqueólogos e historiadores, por los árabes, que reunían allí a los esclavos
                  negros, para mandarlos, luego, en caravanas, hacia el norte, hasta la isla de Zanzíbar, donde los
                  embarcaban hacia los mercados de Arabia. Los actuales políticos del nuevo estado de Zimbabwe
                  pretenden que aquellas ruinas son vestigios de construcciones ciclópeas llevadas a cabo por sus
                  antepasados matabelés, o bantúes, pero esta opinión es sencillamente risible. ¿Es creíble que los
                  matabelés o bantúes del siglo IX fueran capaces de erigir construcciones de piedra mientras en el
                  siglo XX no pudieran pasar de rudimentarias cabañas de follaje, paja y barro Zimbabwe, como
                  entidad cultural bantú o matabelé es sencillamente un fraude, y un fraude grotesco, además.
                  Inventado por las necesidades de la causa. Así es. Y otra cosa.

                  Los jerifaltes negros se muestran muy puntillosos acerca del empleo de la palabra cafre. Según
                  ellos, es una palabra despectiva usada por los blancos para patentizar la inferioridad de los negros.
                  Es otro mito. La palabra cafre no es de origen inglés, ni de ningún otro idioma blanco. Es de origen
                  árabe, y significa infiel. Los negreros musulmanes de Zimbabwe designaban con ella a los
                  esclavos negros. Aunque ahora los santones mahometanos se llenen la boca con su doctrina de la
                  igualdad de los hombres, independientemente del color de su piel.


                  Otra invención, con fines políticos, es la del nombre de Azania, que los terroristas bantúes y
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