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RASSINIER : La mentira de Ulises



















                                                     CAPÍTULO VII








                                             LAS CÁMARAS DE GAS:
                                          6.000.000 DE GASEADOS O...





                            Lo primero que hay que decir es que la cuestión ha evolucionado mucho desde la fecha
                       en que escribí La mentira de Ulises. Esto era en 1949-50. Prestando fe a cualquier relato, a
                       cualquier deportado, todos los periódicos colocaban cámaras de gas y de exterminios en masa
                       a lo que saliese la suerte, dondequiera y en casi todos los campos. Casi todos los deportados
                       las habían visto- con sus propios ojos -. Y todo el mundo les creía.
                            Por otra parte, esto sucedía a pesar de Eugen Kogon, que en su libro El infierno
                       organizado había escrito en 1945: «en los escasos campos donde las hubo...»
                            Como él no dijo en cuáles, cada uno las colocaba donde quería y terminaba habiendo
                       de ellas en todas partes.
                            En Francia yo he destruido la leyenda de la de Buchenwald y de la de Dachau. Hoy
                       trato de saber qué es lo que fue exactamente de las – pues se habla de cuatro – de Auschwitz,
                       las únicas sobre las cuales se habla todavía.
                            Pero comencemos por  el principio.
                            En la actualidad, a pesar de la prohibición que se les impuso, muchos abogados de los
                       acusados de Nuremberg han publicado los documentos que les sirvieron para defender a sus
                       clientes y cuyas copias habían quedado entre sus legajos de documentos. En 1949-50 no era lo
                       mismo.
                            Me había visto obligado a tratar del problema de las cámaras de gas tomando el
                       máximo de precauciones de estilo y en una forma tan dubitativa como me era posible (páginas
                       187 a 194).

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                            En aquel entonces, sólo se podia presentir la impostura y yo no tenia nada más que
                       sospechas.
                            Posteriormente todo lo que se ha publicado ha venido a confirmar estes sospechas y
                       frecuentemente lo ha hecho por  el absurdo.
                            En 1958 apareció Der Lagerkommandant van Auschwitz spricht; en el capítulo
                       precedente se ha leído lo que pienso de ese libro.
                            En 1953 ya había aparecido también S.S.-Obersturmführer Dr. Mengele, del comunista
                       húngaro doctor Nyiszli Miklos, y no pude decir lo que pensaba de él más que en la cuarta
                       edición de esta obra a modo de introducción (páginas 293 y 294).
                            Esta vez la impostura saltaba a la vista y, por  lo demás, incluso lo ha reconocido
                       parcialmente el autor. (Nota de la página 29).
                            Se puede comparar ahora la descripción de las cámaras de gas y de exterminio que hace



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