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RASSINIER : La mentira de Ulises



                               rotunda de Himmler.»  (Página 233.)

                            Y en tal caso era Höss quien propugnaba el gaseamiento en gran escala:
                                     «Yo he tratado frecuentemente de esta cuestión en mis informes, pero no
                               podía nada contra la presión de Himmler, que siempre quería tener más presos para
                               el armamento.» (Página 189.)

                       y por consiguiente se oponía a ello.
                            De todas maneras, no se ve bien cómo habría podido tener Himmler «más presos para
                       el armamento» haciendo exterminar cada vez más con los gases.
                            Además de esto hay que advertir que habiendo pedido Himmler verbalmente  a Höss
                       que construyese cámaras de gas en Auschwitz (en el verano de 1941), Höss le «sometió un
                       plan detallado de las instalaciones proyectadas» a propósito del cual declaró:
                                     «Nunca he recibido respuesta o alguna decisión sobre este asunto.»
                                (Página 227.)

                            Las cámaras de gas han sido sin embargo construidas porque – dice Höss -:
                                     «de resultas de esto, Eichmann (un subordinado de Himmler) ( ) me dijo de
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                               paso – luego verbalmente: ¡todo es verbal en este asunto! – que el Reichsführer
                               estaba de acuerdo.» (Página 227.)

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                            Entonces Himmler no habría dado nunca la orden de construir estes cámaras de gas –
                       ¡la declaración es de categoría! – pues hubiera pedido que ellas exterminasen a la vez a muchos
                       y al menor número posible de gente.
                            En la página 191 se puede leer aún:

                                     "Los presos especiales (es decir los judíos) sometidos a su competencia (de
                                Himmler) debían ser tratados con toda consideración... No se podía prescindir de
                                esta masa de mano de obra, y, en especial, en las industrias de armamento.»

                            ¡ Vaya uno a ver dónde está la verdad!
                            Las cosas no se vuelven más claras si se examina la manera de exterminar. Se ha visto
                       anteriormente que el gas empleado era un insecticida, el ciclón B, que fue utilizado – nos dice
                       Höss – en todos los casos de asfixia posteriores a las de los funcionarios políticos del Ejército
                       rojo, de los cuales se ha tratado antes: es extraño por lo menos que para la ejecución de tal
                       orden, incluso dada verbalmente, no se haya previsto un gas especial distinto a un insecticida.
                            Sea lo que sea, he aquí en qué consiste el ciclón B:

                                     «El ciclón B se presenta en forma de piedras azules, entregadas en cajas, de
                               las cuales se desprende ( ) el gas bajo la acción del vapor de agua.» (Página 228.)
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                         Este subalterno ocupaba el puesto de jefe de la Sección AIV (asuntos judíos) de la Gestapo. Por este motivo
                       tenía la responsabilidad de la deportación de los judíos. Detenido recientemente por los servicios secretos iaraelíes,
                       es el único ser vivo que posee el seereto de las cámaras de gas. De donde viene la importancia de su captura
                       desde el punto de vista de la verdad histórica. De ahí viene también la importancia que tendría para la historia que
                       él hablase libremente y no bajo la amenaza de una sanción.
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                         «Podían utilizarse las cámaras vestuarios y las cámaras de gas para las duchas», se lee un poco más adelante
                       (pág. 236). Si es cierto, como en la página 227 dice que «Himmler no ha dado nunca la orden de construir Ias
                       cámaras de gas», ¿no indicaría esto más bien que las salas de duchas «habrían» sido empleadas como cámaras de
                       gas? Se advertirá que por vez primera en la literatura de los campos de concentración, las cámaras de gas son
                       presentadas oficialmente bajo un aspecto que extrañamente les hace parecerse a unas salas de ducha. También
                       por primera vez, se define minuciosamente el gas empleado, y se trata de un gas cuyo uso sólo es posible si las
                       cámaras de gas están instaladas como salas de duchas. Se han necesitado doce años para tener estos datos precisos
                       que ni David Rousset, ni Eugen Kogon ni el comunista Miklos habían dado nunca. Doce años más y quizá se
                       tengan por fin testimonios coherentes en todos los puntos. Basta solamente con que en los «talleres» donde los rusos
                       corrigen la historia durante dias y días se decidan a no emplear más que a personal capacitado para la fabricación
                       de falsedades históricas. Hay que reconocer además que van progresando, sobre todo si se tiene en cuenta que en
                       enero de 1947, lograron que el tribunal de Nuremberg que juzgaba a los médicos, aceptase como auténtico  el
                       documento P.S. 1653-RF 350. Este fue entregado al tribunal por un pariente de un testigo que había tenido la
                       prudencia de suicidarse inmediatanente después de haberlo redactado. El documento fue publicado en el n.* 2 de

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