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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       de un letrero indicador que llevaba la siguiente indicación: Vorsicht! Gas! Gefahr!  ( ). Esta
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                       llamada de atención se refería a la cámara de gas del campo de Dachau,
                       [255] de la cual se decía en aquella época que en ella se había asfixiado a millares de
                       internados.
                            De paso para Munich, he querido cerciorarme de la verdad del hecho, y me he dirigido
                       hacia ese lugar: el letrero indicador ha desaparecido, la cámara puede contener unas cincuenta
                       personas de pie, y apretujadas las unas contra las otras, a la manera de las sardinas en una lata.
                            En la puerta del campo, un guarda explica a los visitantes que  «en todas las librerías
                       de Munich se vende una historia del campo de Dachau, en la cual se dice que esta cámara de
                       gas no ha funcionado nunca, por  la simple razón de que sólo ha sido terminada después de
                       la guerra por los miembros de la S.S. que han ocupado el lugar de los internados en este
                       campo.»
                            Es exacto. Lo he comprobado... Por otra parte debo reconocer que a partir de 1948 ya
                       se ha podido leer este en la prensa francesa, pero en pequeños caracteres y en los rincones
                       perdidos de los periódicos que pasan desapercibidos a la mayoría de sus lectores, de tal forma
                       que aún hoy la mayoria de la gente sigue estando persuadida de que «decenas de millares de
                       personas han sido asfixiadas en Dachau.»
                            Como suceda lo mismo con las cuatro cámaras de gars de Auschwitz-Birkenau... ( ).
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                       ¿Y por qué no habría de suceder lo propio? Se sabe efectivamente que en noviembre de 1944,
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                       hicieron demoler los hornos crematorios y saltar las cámaras de gas» ( ), de las que tantos
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                       turistas – ¡todos gozan de murchas amistades en el mundo comunista! – siguen
                       [256] pretendiendo que han ido allí en peregrinación desde el fin de la guerra y las han
                       visitado.
                            Advierto aún, que después de haber pretendido que había de ellas en todos los campos,
                       ya sólo se habla de los exterminios que tuvieron lugar en Auschwitz, en zona rusa, utilizando
                       documentos que nadie – ¡salvo los comunistas! – puede examinar, y que los que siguen
                       escribiendo de ello – casualmente – son solamente los supervivientes de la zona rusa, cuyas
                       afirmaciones no se pueden comprobar. Lo que ya es indudable, es que los «testimonios»
                       escritos que nos envian, en primer lugar se contradicen entre sí (Höss en contradicción con
                       Miklos e incluso con E. Kogon y D. Rousset) y en segundo lugar están llenos de
                       inverosimilitudes y se contradicen ellos mismos de una página a otra como   se ha probado en
                       este capítulo.
                            Ahora bien, no se puede fundamentar una verdad histórica sobre «testimonios» tan
                       incoherentes y tan divergentes a la vez.
                            Yo añadiria que además de sus propias contradicciones y de las que aporta a los que
                       han sido publicados antes que él, el «testimonio» sobre el campo de Auschwitz atribuido a
                       Rudolf Höss está redactado en un estilo que le hace parecerse de un modo raro a las
                       confesiones públicas de los acusados en los célebres procesos de Moscú que nadie ha tomado
                       en serio en la Europa occidental.
                            Pero ¿para qué?



                       la revista Dreimonatliche Hefte neuere Geschichte en 1953, y después en el periódico sueco Dagens Nyheter el 16
                       de julio de 1953. Según él, los judíos eran asfixiados por grupos de 750 a 800 en cámaras de gas que tenían "25
                       metros cuadrados de base por 1,80 de altura». Encuanto al gas empleado, se trataba entonces del «gas de escape
                       de un motor Diesel», y, comprimidas en estas cámaras - precisaba aún el testigo - las 750 u 800 personas tardaban
                       "tres horas en morir, cronómetro en mano". Es una cosa como para estremecer a los historiadores del futuro
                       cuando examinen los extraños «documentos» que el tribunal de Nuremberg ha tomado en serio.
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                         ¡Atención! ¡Gas! ¡Peligro!
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                         Desde que escribí esto he visitado Mauthausen: se me ha enseñado allí una cámara de gas... Lo digo
                       rotundamente: pretender que allí han sido gaseadas decenas de millares de personas es una abominable villanía. El
                       guía me explicó que «todo estaba a punto salvo la cañería de llegada del gas, que ha sido desmontada». El no sabía
                       que en la tesis oficial el gas no llegaba a las cámaras "por cañería"; sino que era producido por «tabletas de ciclón
                       B que se arrojaban allí y se disgregaban al contacto con el vapor de agua». Este mismo guía, por  otra parte, me
                       informó además con voz temblorosa que «la princesa Mafalda, hija del rey de Italia, había muerto en el burdel de
                       Mauthausen de resultas de las espantosas torturas que había sufrido en él». Pues bien, la princesa Mafalda murió
                       en agosto de 1944 en el burdel de Buchenwald, a donde se la transportó después de haber quedado horriblemente
                       mutilada durante el bombardeo de Buchenwald por los aviones angloamericanos. !Tales son los «historiadores» de
                       hoy!
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                         Exodus de León Uris (pág. 219 de la ed. francesa); Der S.S.--Staat de Kogon, que sitúa el hecho en septiembre
                       de 1944; Histoire de Joël Brand  de Weisberg, etc.
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