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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       Primeramente se intenta forzar la entrada: los individuos de la desinfección nos contienen con
                       el chorro de agua. Entonces se intenta volver al bloque para esperar allí el turno: imposible,
                       los Lagerschutz, con la porra en la mano, nos tienen cercados. Hay que quedar aquí,
                       enclavados entre el chorro de agua y la porra de goma, rociados y golpeados. Nos estrechamos
                       los unos contra los otros. Cada diez minutos, son admitidos cuarenta, para entrar en un
                       espantoso alboroto que es una verdadera lucha contra la muerte. Se dan codazos, se golpea, los
                       más débiles son pisoteados implacablemente y se encontrarán sus cadáveres al amanecer. Hacia
                       las dos de la madrugada, consigo penetrar en el interior y Fernando detrás de mí, en la tanda
                       que he logrado: peluquero, cresol, ducha. Al salir, se nos da una camisa y un calzoncillo con
                       los que nos lanzamos en la noche para volver al bloque. Tengo la impresión de haber realizado
                       un verdadero acto de heroísmo. Llegamos al bloque . Entramos en el comedor, donde un
                       Stubendienst nos entrega nuestras ropas, que han vuelto de la desinfección antes que nosotros.
                       La sopa y a dormir.
                            Al despertarnos, apenas termina la siniestra comedia. Por lo menos la mitad del bloque
                       no ha vuelto más que con el tiempo justo para vestirse, tomar la sopa, recibir la ración
                       cotidiana y saltar a la plaza de las formaciones para ir al trabajo. Hay algunos que faltan: los
                       que han muerto durante el cumplimiento de esta mala jugada. Otros no han sobrevivido más
                       que algunas horas o dos o tres días y se los ha llevado consigo la casi inevitable congestión
                       pulmonar resultante: la operación ha matado probablemente tantos hombres como piojos.
                            ¿Qué es lo que ha sucedido?

                       [97]
                            La S.S.-Führung se ha limitado a ordenar la desinfección a razón de cinco bloques por
                       día y la H-Führung ha sido dejada como árbitro, totalmente libre, para establecer la forma de
                       aplicación. Ella hubiera podido establecer un horario o turno por bloques: a las 11 el 35, a
                       medianoche el 24, a la 1 el 32, etc. Dentro de este horario, los jefes de bloque hubiesen
                       podido enviarnos, por ejemplo, por grupos de cien cada veinte minutos de intervalo y además
                       vestidos, lo cual de todas formas ya era bastante penoso tras la jornada de trabajo. Pero no,
                       hubiese sido demasiado simple.
                            Y en vez de esto...
                            Los sucesos de la noche del 31 de marzo llegaron a oídos de la S.S.-Führung,  que, a
                       partir del día siguiente, estableció por sí misma un horario preciso para los bloques que
                       quedaban por desinfectar.


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                            2 de abril de 1944. Pascua. La S.S.-Führung ha decretado 24 horas de descanso que
                       sólo serán alteradas por una formación general, es decir en la que participarán tanto los del
                       túnel como los del terraplén. El tiempo es magnífico: sol radiante en un cielo puro y sereno.
                       Alegría: los dioses están con nosotros.
                            Levantarse a las seis en vez de a las cuatro y media: aseo, distribución lenta de los
                       víveres, descanso.
                            Las nueve: todos los comandos están en la plaza en posición de firmes. Los
                       Lagerschutz circulan entre los grupos, los jefes de bloque están en su puesto. El Lageraltester
                       charla familiarmente con el Rapportführer. Tiene un papel en la mano: la situación detallada
                       de los efectivos del campo establecida por la Arbeitsstatistik. Una treintena de soldados de la
                       S.S., con cascos, pistola al cinto, están concentrados en la entrada del campo: son los
                       Blockführer. Todo parece desarrollarse bien.
                            Un toque de silbato: los Blockführer se dirigen en abanico hacia el bloque que cada
                       uno tiene por misión controlar. Cada uno cuenta y confronta el resultado que ha obtenido con
                       la situación de los efectivos del bloque que, después, le entrega el jefe de éste.
                            -- Richtig. ( )
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                            Uno a uno, los Blockführer van a dar cuenta al Rapportführer
                       [98] que espera, con el lápiz en la mano, y anota los resultados a medida que le van llegando.



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                         Exacto.

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