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RASSINIER : La mentira de Ulises



                       aumentar: habiendo advertido la S.S. que el Pfleger  estaba por debajo de su tarea, éste hizo
                       valer que era demasiado trabajo para uno solo y se le asignó un ayudante al que la S.S. exigió
                       que participase en las tareas. El puesto recayó en un médico holandés empleado hasta entonces
                       en el transporte de material, desde la estación al túnel. A partir de este momento el Bude se
                       humanizó, el Pfleger  pasó a ser Kapo  y el holandés trabajó bajo sus órdenes haciendo
                       prodigios de diplomacia: logró salvar a un diarreico y tuvo buen cuidado de disimular la
                       curación para conservarle junto a él como enfermero. Con gran refuerzo de carbón vegetal, la
                       diarrea fue contenida, la S.S. se dio por satisfecha, el
                       [108] Bude pudo servir para otra cosa: había nacido la primera enfermería.
                            En efecto, el holandés consiguió que en las plazas que habían dejado disponibles los
                       diarreicos, se admitiesen en el Bude los casos declarados de pulmonía y pleuresía, a partir de
                       38 grados de temperatura: ¡al precio de qué discusiones con su Kapo! Incluso afirmaba que
                       con un poco de carbón, era posible cuidar eficazmente las diarreas, si eran tratadas a tiempo,
                       sin necesidad de hospitalización, y que así se podía dejar sitio para las pulmonías y las
                       pleuresías. El duelo fue homérico. Un médico de la S.S., que había sido destinado al campo y
                       había llegado en noviembre acompañando a un convoy, tras permanecer mucho tiempo
                       indiferente a este conflicto que le divertía, terminó por dar la razón al holandés: se emprendió
                       la construcción de un bloque, pues el Bude rápidamente resultó demasiado exiguo.
                            Después llegó el turno a las nefritis. La nefritis era inherente a la vida del campo: la
                       subalimentación, las permanencias de pie excesivamente largas, las consecuencias de las
                       intemperies, las pulmonías, las pleuresías, la sal gema – la única que había en Alemania – de
                       la que los cocineros hacían un uso inmoderado y que puede ser nociva por no contener yodo.
                       Los edemas formaban legión, todos tenían las piernas más o menos hinchadas.
                            -- Esto pasa – se decía -, es la sal la que lo produce.
                            Y no se tomaba en cuenta. Cuando se trataba de un edema común, solía pasar. Cuando
                       el edema era consecuencia de la nefritis, llevaba un día a una crisis de uremia.
                            El holandés consiguió que también fuesen hospitalizados los nefriticos: fue preciso
                       construir otro bloque.
                            Después llegó el turno a los tuberculosos, y así sucesivamente.
                            Tanto y de tal manera que, el 1 de junio de 1944, la enfermería comprende los bloques
                       16, 17, 38, 39, 126, 127 y 128, agrupados en la cima de la colina. Se pueden alojar en ellos
                       1.500 enfermos a razón de uno por cama, o sea una décima parte de la población del campo.
                       Cada bloque está dividido en salas, en las que son reunidas las enfermedades similares.
                            El bloque 16 es el centro administrativo de todo el sistema. El holandés ha sido
                       nombrado médico-jefe. Entretanto, la S.S. ha reemplazado al Lagerältester verde por uno rojo
                       y ha habido una gran lucha en la H-Führung. El Kapo de la enfermería ha sido la primera
                       víctima del Lagerältester: se las han arreglado para

                       [109] sorprenderle cuando estaba a punto de robar la alimentación de sus enfermos. En
                       represalia, se le ha enviado a Ellrich, y ha sido reemplazado por Pröll.


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                            Pröll es un joven alemán de 27 a 28 años. En 1934, tenía la intención de ser médico.
                       Hijo de comunista y comunista él mismo, fue detenido cuando era todavía casi un niño. Lleva
                       diez años en diversos campos.
                            Enviado primeramente a Dachau, sobrevivió a los rigores del naciente campo gracias a
                       su juventud: la S.S., así como los detenidos, generalmente no se ensañaban sobre los niños;
                       los primeros por una especie de regresión ante la inocencia indudable, los segundos por una
                       ternura particular que les alimentaba la esperanza de ver convertirse a aquéllos en invertidos.
                       Gracias a esta doble circunstancia, Pröll logró infiltrarse en la enfermería como Pfleger, y
                       permanecer allí algunos años, hasta ser enviado a Mauthausen con este título. La
                       Häftlingsführung  verde de Mauthausen pronto se desembarazó de él en provecho de
                       Auschwitz que le incluyó en el primer convoy que partió para Natzweiler. Fue en Natzweiler
                       donde tuvo su mayor permanencia: fue Kapo  del Lagerkommando y adjunto del
                       Lagerältester. Los presos, pocos en verdad, que le conocieron en este campo, eran unánimes




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