Page 210 - Pacto de silencio
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pericial, sin embargo no recibimos los elementos hasta un mes antes de acabarse el
           plazo y algunos elementos ni siquiera la víspera de acabarse el plazo, los habíamos
           recibido. Entonces tuvimos que renunciar a la pericia, por falta de tiempo, y por falta
           de material.»

               ¿Sabían los afectados que así se estaba fomentando la investigación de las causas
           que les produjeron su enfermedad?
               Interrogado ante las cámaras de la televisión alemana acerca de la sustancia que,
           en su opinión y en base a sus investigaciones, había causado el síndrome tóxico, el

           actual  director  del  programa  de  Policía  Científica  y  Criminalista,  y  catedrático  de
           Medicina  Legal,  amén  de  eminente  toxicólogo,  respondió  a  principios  de  1985:
           «Nosotros creemos que se trata de un grupo de pesticidas organofosforados.»
               Con esta frase pongo punto final a las opiniones aportadas en este documento,

           que recoge someramente la tesis disidente de la opinión oficial, sobre el origen del
           envenenamiento masivo de la primavera de 1981 en España.
               El industrial del aceite Enric Salomó y muchos afectados por el síndrome tóxico
           están dispuestos a ingerir el aceite supuestamente tóxico, para demostrar que eso no

           fue  lo  que  los  envenenó.  ¿Está  dispuesto  el  Sr.  Calvo-Sotelo,  los  responsables  de
           Sanidad en la primavera de 1981, y los dirigentes máximos de la multinacional Bayer
           a  ingerir  tomates  prematuramente  recolectados,  previamente  tratados  con
           determinado combinado organotiofosforado?

               Sintetizando al máximo el problema planteado por el síndrome tóxico, me atrevo
           a aventurar que nos hallamos ante una enfermedad sistémica, producida por un tóxico
           sistémico,  cuyo  desvelamiento  público  causaría  un  gravísimo  perjuicio  al  sistema.
           Mas  no  hay  prisa.  El  tiempo  suele  depurar  las  situaciones:  también  acabaría

           confesando Göring en Nürnberg que el bombardeo de Gernika no fue otra cosa que
           un banco de ensayo para la Luftwaffe. ¿Para quién lo fueron los tomates de Roquetas
           de Mar?

               Eso, la combinación exacta de los productos con que fueron tratados, el campo de
           cultivo concreto y las condiciones en que se llevó a cabo el experimento, son tema de
           otro libro.
               La urgencia por informar a la opinión pública antes de que se dicte la sentencia
           que dictaminará las responsabilidades inherentes al envenenamiento de la primavera

           de 1981, me ha obligado a restringir el contenido de este libro a una mínima parte de
           la  información  que  tengo  recopilada  sobre  el  síndrome  tóxico.  Es  éste  pues  un
           resumido muestrario de urgencia para información del gran público. En el tintero se

           quedan de momento las informaciones amplias y detalladas que alimentan estudios en
           profundidad sobre este complejo problema.












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