Page 26 - Pacto de silencio
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EL JUICIO DEL SIGLO
«Como intérprete y en este momento portavoz del más numeroso colectivo de
perjudicados, debo hacer llegar a los señores Ministros el clamor de la exigencia de
un ejemplar castigo a los culpables, para quienes se pide el restablecimiento de la
pena de muerte, la aplicación de la ley antiterrorismo y la imposición de la pena
consistente en hacer consumir aceite tóxico como el que han ingerido a virtud de
engaño los perjudicados».
Esta frase figura en el escrito que con fecha 19 de agosto de 1981 remitió el
abogado madrileño Antonio García Pablos al Consejo de Ministros que debía de
celebrarse al día siguiente. Los presuntos culpables para quienes pedía tan drástico
castigo resultaron con el tiempo ser 38 ciudadanos vinculados al comercio y
manipulación del aceite de colza. Se les acusa hoy del envenenamiento de más de
25 000 conciudadanos, de los cuales fallecieron 584 según las conclusiones
provisionales que cita el fiscal, Eduardo Fungairiño, y bastantes más si nos atenemos
a la realidad de lo acaecido a partir de la primavera de 1981, Desde el día 30 de
marzo de 1987 su culpabilidad o inocencia se está dirimiendo en un pabellón
especialmente habilitado al efecto en la Casa de Campo de Madrid, en el juicio oral
correspondiente al sumario 129/81, del Juzgado Central de instrucción n.º 3.
Previamente, nueve de ellos permanecieron en prisión preventiva más allá de los
límites previstos por la ley de Enjuiciamiento Criminal. O sea, de forma ilegal.
Mientras estaba en prisión, a uno de ellos le asesinaron a su mujer. Para cada uno de
los nueve principales acusados, que son Ramón Alabart, los hermanos Agustín y
Tomás Baviera, los hermanos Fernando y Juan Miguel Bengoechea, los hermanos
Elías y Ramón Perrero, Cándido Hernández Galán y Jorge Pich Garriga el fiscal pide
más de 10 000 años de cárcel.
Si desde el comienzo de todo este drama uno vislumbra que la hipótesis del aceite
asesino no se aguanta por ningún cabo, el juicio no ha hecho sino añadir elementos
que confirman esta impresión. Quienes han sentado en el banquillo a los 38 acusados
argumentan que lo que envenenó a miles de españoles es un aceite de colza
desnaturalizado con anilinas. Las anilinas serían lo que causó la epidemia. Más
adelante volveremos a ellas. Aquí solamente quiero remarcar algo relacionado con
ellas que ya no cuadra en las conclusiones formuladas por el fiscal Fungairiño a la
Sala. Resulta que las anilinas, cuando se toman a grandes dosis, provocan que la
hemoglobina de la sangre que es la que transporta el oxígeno, se convierta en
metahemoglobina, no permitiendo entonces que se transporte el oxígeno. Al no
transportar el oxígeno, se produce una situación de ahogo del intoxicado. De lo que
resulta que la metahemoglobina es una característica de la intoxicación por anilinas.
Como en el caso que nos ocupa el aceite de colza está desnaturalizado con anilinas,
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