Page 27 - Pacto de silencio
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se pensó inmediatamente en este proceso, efectuándose estudios exhaustivos para
determinar esta metahemoglobina, pero nunca fue detectada en los afectados por el
síndrome tóxico. Lo que sorprende es que de todas formas el fiscal hable de este
proceso de metahemoglobinización en sus mencionadas conclusiones. Cito
literalmente de la hoja n.º 12 de las mismas: «Los síntomas que permiten apreciar la
existencia de la intoxicación por aceite de colza desnaturalizado son los siguientes:
Cianosis pizarrosa o “tinte cianótico apizarrado de la piel”, muy marcado en cara,
labios y extremidades, a consecuencia de la metahemoglobinización. El mecanismo o
proceso de intoxicación consiste en una “acción narcótica precoz que condiciona la
fijación de los lípidos cerebrales”, seguida de “aceleración respiratoria y
convulsiones, astenia y somnolencia, que desemboca en un coma mortal”; en la
sangre la intoxicación se manifiesta en “anemias de tipo hemolítico”; en el sistema
cardiovascular la intoxicación se muestra en forma de “bradicardias, hipotensión,
trastornos del ritmo con extrasístoles y, en casos graves, colapsos”». Pues bien nunca
se ha dado este proceso que describe el fiscal, característico de una intoxicación por
anilinas, en ningún afectado del síndrome tóxico. Entonces, ¿por qué se sientan en el
banquillo los señores que están siendo juzgados por este crimen? Cuando además, no
existe en este caso el arma del mismo. Me explico: No ha habido hasta hoy ni una
sola reproducción de la enfermedad. Mientras no sea capaz la ciencia de reproducirla,
no puede nadie afirmar qué fue lo que la causó. Por lo tanto, en estos momentos no se
conoce el tóxico que la provocó. Entonces, ¿sobre qué base se construye la acusación
contra quienes hoy se sientan en el banquillo de la Casa de Campo? Como a lo largo
de este libro lo iré argumentando, sobre ninguna.
El responsable de Sanidad en la localidad en que se detectó el primer afectado del
síndrome tóxico, el Dr. Juan Raúl Sanz, me confesaría que el juicio que ahora se
estaba celebrando era «el mayor engaño al que pude asistir en mi vida». Lo que se
olfatea en el ambiente de todos aquellos que no comulgan con la hipótesis del aceite
asesino, es que se trata de un juicio absurdo, montado para favorecer a la
Administración, con personajes importantes que solamente están esperando el lento
transcurso de los diez años que marcan el período que les separa de su definitiva
inmunidad e impunidad legal en lo que a implicaciones personales en el escándalo de
1981 concierne. Si la habilidad del juego legal logra llegar en el actual estado de
indefinición hasta el año 1991, habrán prescrito todas las inculpabilidades contra
personas que en el momento de la aparición de la epidemia ocupaban cargos en la
Administración.
«La instrucción del sumario de la colza se ha llevado muy mal y existen graves
contradicciones en el mismo. Se han descantado las vías de investigación alternativas
a la teoría oficial del aceite, cuando aún se desconoce el agente tóxico del síndrome.
Hay que sentar a la Administración en el banquillo de los acusados. Si no se la
procesa, corremos el peligro de no determinar su responsabilidad subsidiaria y, por
tanto de que los afectados se queden sin indemnizaciones, —declaró el abogado de la
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