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DESARROLLO HUMANO Y DERECHOS DE LA INFANCIA:
UNA ANALOGÍA SOCIAL
Hablar de infancia, es hablar de la esperanza de la sociedad, es acotar
en la construcción del sujeto, y es por lo tanto el proceso que permite cimentar
las bases de una sociedad armónica, inclusiva y garante de calidad de vida, o,
por el contrario, una sociedad excluyente y poco equilibrada; teniendo en
cuenta que el trato hacia los niños, determina vehementemente el tipo de
sociedad que se erige. No obstante, esta premisa de cuidado de la infancia ha
sido invisibilizada desde épocas pasadas, dado que elementos como la
negligencia y el maltrato en sus diferentes tipos de manifestación, han
mantenido a esta población inmersa en una realidad vulneradora e incluso
represiva.
Ahora bien, contemplando que a lo largo de la historia, tanto niños, como
mujeres se han configurado como seres humanos frágiles, demandantes de
protección y atención especial, y considerando que estos últimos carecen de
madurez física y mental, para afrontar con total autonomía los cambios que
trae consigo el crecimiento y desarrollo; autoridades y profesionales de la
salud a inicios del Siglo XX, preocupados por los riesgos de la infancia, se
vincularon a la construcción de tratados, convenios, cartas, convenciones, etc.,
que hoy por hoy, permiten abordar dos necesidades focales de las sociedades:
la lucha contra la vulneración de derechos de los niños y la exigibilidad de los
mismos.
Se hace por tanto imperioso reconocer los aportes que desde distintas
ópticas situacionales y diferentes momentos históricos, han permitido forjar
progresivamente La Convención Sobre los Derechos del Niño de 1989, con la
cual se ha logrado, proclamar, ratificar y regular acciones y prohibiciones
otorgadas a los diferentes actores de la sociedad, en razón de la necesidad de
un ambiente optimo y armonioso para la adecuada crianza de los niños, y cuya
