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UNA PANDEMIA SOBRE OTRA



                                                 Por: Md. Jonathan Ríos Quinte.
                                               Especialista en Medicina Forense

                  Basta observar nuestro comportamiento dentro de la vida personal,
               familiar, laboral y social durante la pandemia del Covid-19 para darnos
               cuenta cómo han cambiado muchas actividades que con rutina solíamos
               hacer.
                  Usar mascarilla todos los días mientras salimos a la calle o estamos en
               nuestro lugar de trabajo, mantener una distancia de por lo menos metro y
               medio con cualquier persona dentro del entorno, evitar aglomeraciones,
               trabajar o estudiar virtualmente; en fin, nuestra vida ha dado un giro ra-
               dical debido a ese sentimiento constante de alerta y amenaza que nos
               persigue, por el miedo al contagio de esta enfermedad y por supuesto, a
               la muerte.
                  Entonces, en nuestro ser, despiertan actitudes evolutivas profunda-
               mente  arraigadas que pueden llevarnos  a distintos escenarios, a mos-
               trarnos conformistas y a aminorar los riesgos de contagiar y ser conta-
               giados; o, por otro lado, intemperantes, fundamentados en el miedo a
               lo desconocido y en los comentarios de pasillo según lo que cuenta el
               amigo, la vecina, las redes sociales y demás.
                  Estos  rumores  sin  fundamentación  científica,  han  dado  lugar  a  la
               creación de un estigma social; es decir, creencias y actitudes negativas
               hacia personas, lugares o cosas a las cuales les encasillamos en una ca-
               racterística que nos atemoriza, en relación al virus. De ahí que, se ha
               evidenciado, en tiempo de crisis sanitaria, la discriminación hacia ciertos
               grupos de minorías raciales y étnicas; personas enfermas, con el alta hos-
               pitalaria o con resultado de laboratorio positivo para Covid-19, sin ol-
               vidar a quienes viven en hacinamiento o a individuos que poseen alguna
               enfermedad respiratoria diferente a la actual; lo propio con personas con
               capacidades especiales que no pueden cumplir con las directrices de pre-
               vención. Inclusive, personal de salud y trabajadores cuyas actividades
               demandan un contacto cercano con la población.
                  A la sazón de nuestra naturaleza social, todos los estigmas creados
               y las medidas preventivas por evitar un contagio han afectado negativa-
               mente las relaciones sociales, profundizando el contacto virtual, dentro
               del aislamiento no importa si es voluntario u obligado, para mitigar la
               posibilidad de contagio.  El hogar se convirtió en el lugar más seguro que
               podía haber. Pero me pregunto: “¿Qué pasa con la gente que no sale a
               trabajar o a actividades de diversión, ocio y placer, y que han desarro-
               llado un nivel de estrés emocional importante ante la ausencia de con-

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