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en ellos influyen en los elementos culturales y educativos de cada persona. Las
emociones son claves para la supervivencia de los individuos.
Cualquier aprendizaje que tenga componentes emocionales el cerebro lo
interpretará como clave para la supervivencia y, por tanto, lo almacenará mejor
y luego permitirá que se utilice con más eficiencia.
El objetivo central de la educación es ayudar a las personas a crecer en
dignidad, y sin una buena gestión emocional, la dignidad propia y la que
ofrecemos a los demás muy posiblemente será deficitaria.
¿Debemos dar por buena la frase “la letra con sangre entra”? Pues sí,
pero no debemos aplicarla nunca.
Si se aprende con miedo el cerebro asocia el hecho de aprender cosas
nuevas a la emoción del miedo, y por lo tanto, cuando ya no tengan la
obligación de ir a un centro educativo, posiblemente nunca querrán aprender
cosas nuevas porque solo pensar que tienen que aprender algo nuevo les
generará automáticamente miedo.
¿Por qué las niñas y los niños de 4 a 11 años aprenden a aburrirse en
clase? ¿Qué hay que transmitirles? Cuando los contenidos de aprendizaje
no van asociados a emociones, aprenden a aburrirse. La emoción depende de
qué transmitamos nosotros en todos los sentidos y de cómo lo perciben los
alumnos.
Cuando un alumno empieza a ser consciente de que aprender le provoca
miedo se puede “desconectar” emocionalmente de estos aprendizajes, es lo
que se denomina apagón emocional.
Lo importante para el cerebro a estas edades no es la cantidad sino la
calidad. No se trata de aprender muchas cosas, sino de sentir placer e interés
en aprender cosas nuevas.
Entre los 4-11 años, no es tan importante lo que memorizamos, sino el
hecho de aprender a memorizar cosas por el gusto de hacerlo.
¿Qué sucede si exigimos a un alumno que desarrolle una destreza
académica para la cual su cerebro no está suficientemente maduro? No
aprenderán hasta que su cerebro haya madurado.
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