Page 101 - Los Videojuegos No Generan Violencia
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Si puedes soñarlo, puedes lograrlo.

                                                                                                          Walt Diseny


                           La Polémica Sobre Los Videojuegos Violentos















                  La desgracia de la masacre de la escuela de Newtown (Connecticut) resucita un tema de
                  debate con olor a naftalina: ¿son los videojuegos violentos una mala influencia para
                  los jóvenes, adolescentes o niños? Parece mentira que a estas alturas haya que dedicar
                  unas líneas a afirmaciones sin ninguna base científica: ni un solo estudio serio apoya la
                  hipótesis de que jugar a videojuegos violentos aumenta la agresividad. Y aun así, aquí
                  estamos otra vez: toda una industria en la palestra, acusada nada menos que de empujar
                  a alguien al asesinato.

                  En muchísimas ocasiones, tanto en este tema como en otros, muchos medios de prensa
                  optan por la vía sensacionalista: explicaciones simples, que no requieran de reflexión ni de
                  análisis; un culpable al que señalar, y a ser posible que sea uno que no acostumbre a
                  responder a los ataques para poder lincharlo tranquilamente en la plaza pública. En su
                  cobertura del asesinato en masa de Newtown la presentadora (disculpen que no la llame
                  periodista) Ana Rosa Quintana preguntó si Adam Lanza jugaba a videojuegos violentos.
                  Por las mismas podría haber preguntado si era aficionado al parchís, a ver si tenemos que
                  estudiar si de tanto comer fichas a uno le dan tendencias caníbales.

                  En España, afortunadamente, la cosa no suele pasar de unos días de barullo en medios
                  con el prestigio periodístico de la hoja parroquial de mi barrio. En Estados Unidos la cosa
                  es muy distinta: la gran tradición de participación civil en la vida pública tiene más ventajas
                  que  inconvenientes,  por  supuesto,  pero también  lleva  a que muchos grupos  se  dejen
                  llevar por algún iluminado a hacer estupideces como la quema pública de videojuegos
                  que se “celebró” esta semana. No hace falta tener muy buena memoria para recordar otros
                  lugares y otros ambientes sociales donde también se construían grandes piras en las que
                  quemar obras culturales.

                  Aunque en este caso las causas son distintas (EEUU es un país democrático, y no es su
                  gobierno quien promueve esta quema; de hecho, el gabinete de Obama ha ofrecido una
                  respuesta  bastante  madura  al  problema),  las
                  verdaderas razones de quien acomete un acto así
                  (y sus consecuencias) son las mismas. En el fondo
                  no  se  trata  de  establecer  un  ejemplo,  y  estoy
                  convencido de que nadie piensa que vaya a servir
                  para gran cosa a nivel general quemar un puñado
                  de juegos en un pueblo norteamericano. El objetivo


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        Lizbeth Yeraldinne Hernández Mora
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