Page 102 - Los Videojuegos No Generan Violencia
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Si puedes soñarlo, puedes lograrlo.

                                                                                                          Walt Diseny


                  es  sencillamente  ofrecer  una  solución  simple: en  lugar  de  analizar  el  problema  de  la
                  violencia  social  con  seriedad  y  sin  miedo  a  las  conclusiones, en  lugar  de  buscar
                  soluciones que ataquen a la raíz de este triste fenómeno, se busca un culpable único, un
                  enemigo abstracto al que echarle la culpa de absolutamente todo.

                  Esta  estrategia  de  manipulación  es  muy  burda,  sí,  pero  funciona: mientras  anden
                  quemando  juegos  no  se  plantean  que  EEUU  tiene  un  serio  problema  social  de
                  violencia. No hace falta entrar en el debate de si es necesario un mayor control de las
                  armas de fuego en el país para llegar a la conclusión de que el problema no es la mala
                  influencia de los juegos. Canadá es la tercera industria de videojuegos más grande del
                  mundo tras EEUU y Japón, y tiene una legislación de armas similar (si no más laxa) que la
                  de su país vecino. Allí no hay asaltos a escuelas y universidades cada pocos años… ¿De
                  verdad  alguien  pretende  hacernos  creer que  en  Canadá no  se lían  a tiros  porque  no
                  juegan a los mismos videojuegos violentos que producen?

                  Durante muchos siglos (hasta bien entrado el
                  Renacimiento; los sectores más religiosos de la
                  sociedad  siguieron  pensándolo  hasta  hace
                  bastante  poco)  la  lectura  de  todo  lo  que  no
                  fuese  la  Biblia  o  textos  educativos  fue
                  considerada un ejercicio peligroso, pues podía
                  corromper las almas simples. A principios del
                  siglo  XX  se  alzaron  voces  conservadoras
                  contra  ese  invento  del  cine  y  las  terribles
                  consecuencias que podría traer para el público
                  impresionable. Cuando Elvis empezó a romper
                  corazones  a  golpe  de  cadera  los  viejos  puritanos  exclamaron  que  aquella  música
                  barriobajera  llevaría  a  la  juventud  al  vicio  y  la  perdición. Y  ahora,  claro,  son  los
                  videojuegos los culpables de la degeneración social.

                  ¿Quién sabe cuál será dentro de cien años el auténtico culpable de la perdición de nuestra
                  inocente y tierna juventud, tan angelical y correcta hasta que no llegan los corruptores
                  dedos de la cultura a mancillar sus almas? Sarcasmos aparte, no nos dejemos llevar por
                  el debate y recordemos un axioma clave del pensamiento racional y crítico: quien hace
                  afirmaciones extraordinarias es quien debe demostrarlas. Tras cuarenta años de historia de
                  la industria del videojuego y miles de estudios científicos al respecto, no somos nosotros
                  quienes debemos demostrar sus virtudes, sino aquellos iluminados que dicen que un
                  videojuego puede volverte un psicópata. Mientras tanto, lo mejor que podemos hacer es
                  empezar por quienes nos rodean: la mejor forma de que nuestros familiares y amigos se
                  den cuenta de todo lo bueno que ofrecen los videojuegos es sentarnos con ellos y disfrutar
                  de un buen rato jugando.

                  (Santo, 2013)










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        Lizbeth Yeraldinne Hernández Mora
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