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110| En el Jardín de la Sabiduría Capítulo Tres: La Simplicidad
través de esa carencia iba a poder alcanzar la rectificación de
su alma, la perfección de su alma, la meta de su vida. Y por
eso era feliz de poder contar con una mente simple y limitada,
porque para él, esa era la herramienta que le iba a posibilitar
llevar a cabo su misión en la vida.
El Simple era perfectamente consciente de que su mente
no tan ágil y sus limitadas capacidades le iban a presentar
dificultades en la vida. De hecho, todo le implicaba un gran
esfuerzo; no le quedaba ni siquiera un rato libre para comer
tranquilo; los zapatos le salían mal y en consecuencia, el
sustento era escaso y solamente tenía para comer pan y beber
agua; tenía una sola prenda de vestir de mala calidad que para
colmo tenía que compartir con su esposa, etc. Pero a pesar de
todas estas carencias y todas estas desventajas, él siguió firme
en su emuná de que todo era para su propio bien. Su emuná
era tan firme que tomó con las manos el zapato triangular que
había hecho –y que de hecho simbolizaba todos sus defectos–
y se puso a bailar con él muy alegre como si fuera el tesoro
más grande.
El milagro del Profeta Elías
En la historia que sigue, la Guemará nos demuestra hasta
qué punto la Supervisión Divina coloca a la persona en las
circunstancias más aptas para que ella pueda cumplir con su
misión en la vida. El relato cuenta de Rabí Akiva, uno de los
más grandes sabios del pueblo judío:
Como es sabido, Rabí Akiva era un campesino iletrado e
ignorante. Un cierto día, Rajel, la hija de uno de los hombres
más ricos de Israel, llamado Kalva Savúa, lo vio y se dio cuenta
de que tenía buenos rasgos de carácter y que estaba destinado
a ser un grande. Y por eso le pidió a su padre que le permitiera
casarse con él. Su padre se enfureció y le aseguró que si algún
día ella se llegaba a casar con ese hombre, la iba a desheredar.
Rajel no se inmutó ante tan duras palabras y efectivamente
| 99 feliz con lo que le tocó en la vida. le pone y en cada prueba que le presenta, ella siempre es feliz, otro requisito para ser feliz y en cada situación que Hashem Hashem. La persona que tiene emuná no necesita de n
precisamente por un zapato de tres puntas? ¿Cómo puede
uno alegrarse con algo que está lleno de defectos?
Si entendemos que el zapato triangular en realidad simboliza
el servicio Divino del individuo, entonces la pregunta es
todavía más difícil de responder: ¿Cómo uno puede estar
contento cuando su servicio Divino es defectuoso y lleno de
carencias? ¿Acaso Hashem no desea que la persona mejore y
supere sus defectos?
La respuesta es que Hashem sí le exige al individuo que
mejore como persona, que ore con la debida concentración,
etc, pero eso es lo único que le exige, tal como está escrito
(Deuteronomio 10): “¿Qué es lo que tu Dios espera de ti, sino que
Le temas…”. Hashem también sabe que el ser humano es
muy limitado y está lleno de defectos. Por lo tanto, para que
la persona pueda mejorar, tiene que hacer todo lo que esté
a su alcance a fin de cumplir con la voluntad de Hashem, y
una vez que ya hizo lo que hizo, entonces tiene que alegrarse
por el resultado, cualquiera sea, ya que esa es la voluntad de
Hashem. Que aprenda de los errores y tome la decisión de
mejorar en el futuro.
Sigamos avanzando
De todos modos: la pregunta persiste: ¿cómo puede uno ser
feliz con algo que está tan lejos de ser perfecto?
Muy fácil: si Hashem todavía no le permitió tener éxito, eso
significa que eso es lo mejor para él. Son muchos los motivos
por los cuales Hashem todavía no le permitió tener éxito. Y es
todo por su propio bien, para que pueda aprender más, orar
más, esforzarse más, anhelar más, ya que todo esto sirve para
construir las herramientas que él necesita y así, cuando por fin
alcance el éxito, no sienta arrogancia.
Uno debe saber que si alcanzara algún logro en su servicio
Divino incluso un instante antes del momento indicado,