Page 31 - AL FINAL
P. 31
31
la segunda, por el mismo período, recibió medio sueldo por mes. A partir de
1961 no recibió salario, ni pensión, ni ayuda económica alguna por parte del
Estado. Había trabajado mientras Comodoro Rivadavia fue parte de un Territo-
rio, de una Gobernación y de una Provincia. En algún cajón, con la papelería
inherente a tanto cambio, habían quedado dormidos los documentos que avala-
ban su tarea educativa.
Durante el primer año de enfermedad fue consciente de la situación en la
que había quedado junto a Clotilde y a sus hijos. Su abatimiento era mitigado
por la visita, que se sostuvo durante cierto tiempo, de compañeros de trabajo y
amigos. Más adelante la compañía fue disminuyendo; está en la condición hu-
mana el intento de invisibilizar el sufrimiento, si no toca muy de cerca.
Monseñor Carlos Mariano Pérez, sacerdote salesiano y primer Obispo
de Comodoro Rivadavia desde 1957, llegó un día a casa cuando todavía mi
padre podía hablar. Fue evidente que las con-
versaciones excedían el plano religioso. La for-
mación de ambos lo permitía. Acompañó más
adelante interpretando balbuceos para final-
mente compartir momentos del largo silencio.
También lo hizo su amigo Faustino Peña.
El doctor Héctor Marcelino Núñez fue
neurólogo de Daniel durante el último año y
medio de enfermedad. En su visita casi diaria,
buscaba mantenerlo medianamente confortable
con la medicación de aquel tiempo y actitud
contenedora. Siempre nos explicó como serían
las demoledoras etapas siguientes y nos ayudó
a enfrentarlas. Humanismo médico.
Don Arturo Campelo (padre), farmacéutico, inauguró una libreta
grande en la que anotaba cada medicamento que retirábamos de su Farmacia
Central, y me la entregaba. Él, guardaba copia de la boleta. La cifra se acumuló
hasta el final, tres años después. Entonces don Arturo comparó ambas sumas,
cerramos la cuenta, y calculamos cuánto podía enfrentar mensualmente. Sobre
el final de quinto año había conseguido trabajo. Tardé dos años en pagar mi
deuda de honor.
Clotilde trabajó como cajera en otra farmacia y como vendedora en una
joyería hasta que decidió dedicarse exclusivamente a la confección de tapaditos
de alta costura para niños, en casa. Daniel ya no podía estar solo ni un momen-
31