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                posibles. Ese papel fue lo último que firmó Daniel para el Colegio Nacional

                Perito Moreno y lleva fecha oficial del 30 de abril de 1960, aunque posible-
                mente se haya completado varios días antes.

                      En noviembre de 1959 había muerto Matilde, su madre, en Zaragoza,
                sin haberla vuelto a ver. Fue un golpe tan fuerte que determinó el principio
                de un deterioro general casi explosivo en su salud.

                Danielito tenía en ese momento diez años y yo catorce. Ese enero lo acompa-
                ñamos al Bolsón. Clotilde, más urbana, eligió quedarse en Comodoro. Era sólo
                un mes, los exámenes en el Colegio empezarían temprano en febrero. Nuestras
                actividades fueron las de siempre y disfrutamos mucho los tres, pero percibí

                algo que sólo llegué a comprender con la distancia de los años, en el análisis de
                esos días definitivos y en el recuerdo de aquella cercanía para con nosotros, sus
                hijos.

                      No obstante, estuvo de muy buen ánimo el 20 de marzo de 1960, cuando
                recordamos en familia sus Bodas de Plata matrimoniales.

                Días después hizo crisis. En Comodoro fue diagnosticado de distintas maneras,

                y en el Instituto Costa Buero de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, co-
                mo  irreversible.  Hoy  existiría
                un nombre exacto en inglés o
                en  alemán  para  definirlo  con
                precisión,  como  así  también
                medicamentos  que  hubieran

                mitigado  los  efectos  devasta-
                dores  de  la  dolencia  neuroló-
                gica. En aquel momento, sólo
                paliativos.

                      Hubo un viaje a Mendo-
                za para conocer la opinión de

                un  especialista  español,  tam-
                bién  republicano  exiliado,
                amigo  desde  la  juventud  de
                Daniel,  que  confirmó  lo  que

                ya sabían.
                Se  pidió  entonces  la  primera

                licencia  por  enfermedad  que
                fue  concedida  por  seis  meses
                con salario completo. Durante


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