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ra ir con él a la emisora, me gustaba ese sonido evocativo de su voz; allí no era
ni el padre recto ni el profesor exigente.
En 1950 Daniel estaba ya muy habituado al viaje diario en aquellos taxis
de cinco pasajeros que compartíamos en Comodoro. El Colegio entonces fun-
cionaba en Kilómetro 3, en galpones prestados por el ejército que albergaro
sus primeros pasos y estaría allí cuatro años más.
Gallardete de la Academia aprobado por el Ministerio, 29 Octubre 1945, C.Rivadavia
En el mes de agosto de ese año, en los salones del Club Social, en un ciclo
preparado por el Colegio, habló sobre “Importancia del lenguaje en la cultura
y en la vida”. Prácticamente su lema.
El jueves 8 de marzo de 1951 el diario El Chubut tituló: “La Academia Miner-
va cierra sus puertas” pues “las razones que aconsejaron su creación se han vis-
to superadas por la realidad magnífica del Colegio Nacional y Comercial, del
cual la Academia fue su base. Y de la edificación y creación de otros nuevos y
amplios centros docentes, algunos de los cuales también se inspiraron en ella.
Por eso, silenciosa y modestamente, como fue su nacimiento, llega
su ocaso. Cierra sus puertas por la convicción de que su labor ya no es indis-
pensable y lo hace con el noble orgullo de haber contribuido muy eficaz y
dignamente en la noble misión de educar”. En abril hubo un cóctel en el
Club Social organizado por los exalumnos, profesores, maestros y gran canti-
dad de personas vinculadas a la Academia para homenajear a su director.
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