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Al promediar ese año se confirmó la incorporación de los tres primeros
años del bachillerato a la enseñanza oficial. Los alumnos regulares disfruta-

rían la eximición con siete puntos y los de menor puntaje o libres serían exami-
nados por profesores que viajarían desde el Colegio Nacional de Trelew para
integrar las mesas junto a los de la Academia. El trámite para la incorporación
de los dos años superiores seguía su lenta marcha llena de escollos.

Para abril de 1943 la matrícula del ahora Instituto Incorporado Academia
Minerva había crecido y su cuerpo docente era de once profesores y seis maes-

tras. No ha quedado registro de nombres de alumnos, ni de maestros y profeso-
res, pero he podido reunir algunos. A los jóvenes ya mencionados puedo agre-
gar a Julia María Puna, Dolores Zenta Nagain, Amelia Cano, Olga Vañek, Ny-
dia Fernández, Irene Irigaray, Francisco Fidalgo, Hernando Crespo, Deme-
trio Gete, Juan y Arturo Campelo (h), Gustavo Milton, Silvio Nainudel, Jor-
ge Grieve, Ruth Kruglicoff, Gabriela Saniez, Amanda Cativa, Gloria Picón,

Delfina Cattaneo, Federico Visser, José Riera, Juan Venter, y fueron tantos
otros.

Entre maestras y profesoras encuentro a María Pérez de Murcia, Irene Es-
cudero de García Zárate, Concepción Pérez de Fígoli, Mabel Fernández de
Acosta, Irondina Barboza de Molinolo, Blanca Mateu de García Barros, Isa-

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