Page 48 - Auge y caída del antiguo Egipto
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seguir estando integrado por una serie de centros de poder rivales o ciudades-
Estado beligerantes —la situación de muchos territorios vecinos—, puede
atribuirse asimismo al Nilo. El río ha representado siempre una importante
arteria para el transporte y la comunicación, que ha beneficiado a todo el país.
En Egipto toda la vida depende en última instancia de las vivificantes aguas del
Nilo, de modo que en tiempos antiguos ninguna comunidad permanente del valle
podía sobrevivir a una distancia mayor de unas pocas horas de marcha del río:
esta proximidad de la población al Nilo permitiría a la autoridad dominante
ejercer con relativa facilidad el control económico y político a escala nacional.
Como rasgo geográfico definitorio del país, el Nilo representaba también una
potente metáfora para todos los egipcios. Por esta razón, los gobernantes de
Egipto otorgaron al río y a su inundación anual un papel clave en la ideología
estatal que desarrollaron para que respaldara su autoridad a los ojos del conjunto
de la población. El valor político de la doctrina religiosa puede verse de forma
especialmente llamativa si observamos uno de los primeros mitos de la creación,
desarrollado en Iunu (la Heliópolis clásica/actual). Según este relato, las aguas
de Nun retrocedieron para revelar un montículo de tierra del mismo modo en que
aparecía la tierra seca al retirarse las aguas tras la crecida, lo que venía a
subrayar el potencial siempre presente de la creación en medio del caos. Aquel
«montículo primigenio» se convertía además en el escenario del propio acto de
creación, puesto que el dios creador emergía al mismo tiempo que el montículo,
sentado en él. Su nombre era Atum, un término que, de manera característica,
significa tanto «totalidad» como «inexistencia». En el arte egipcio,
habitualmente se representaba a Atum llevando la doble corona de la realeza, lo
que lo identificaba como el creador no solo del universo, sino también del
sistema político del antiguo Egipto. El mensaje resultaba claro e inequívoco: si
Atum fue el primer rey además del primer ser vivo, entonces el orden creado y el
orden político eran interdependientes e inextricables. Oponerse al rey o a su
régimen equivalía al nihilismo.
Una versión ligeramente distinta del mito de la creación explicaba que en el