Page 50 - Auge y caída del antiguo Egipto
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haberlos,  sin  duda  nos  llamaría  la  atención  una  diferencia  asombrosa.  Los
               antiguos egipcios orientaban su vida hacia el sur, puesto que era allí, en el sur,

               donde nacía el Nilo, y era del sur de donde llegaba la inundación anual. En la

               concepción del antiguo Egipto, el sur ocupaba la parte «superior» de su mapa
               mental, mientras que el norte quedaba «debajo». Los egiptólogos han perpetuado

               esta visión heterodoxa del mundo al llamar «Alto Egipto» a la parte sur del país

               y «Bajo Egipto» a la parte norte. De acuerdo con esta orientación, el oeste queda

               a la derecha (en el antiguo Egipto ambos términos eran sinónimos) y el este, a la
               izquierda. Los propios egipcios denominaban coloquialmente a su país «Las Dos

               Orillas», lo que venía a subrayar el hecho de que lo consideraban equivalente al

               valle del Nilo. Otra denominación alternativa, más familiar, era la de Kemet, «la
               tierra negra», una expresión que aludía al oscuro suelo aluvial que daba al país

               su fertilidad, y que a menudo se comparaba con Desheret, «la tierra roja» de los

               desiertos. En cuanto al propio Nilo, los egipcios no tenían necesidad de darle

               ningún nombre especial: era simplemente Iteru, «el río»; en su mundo no había
               otro.

                  Pese  a  su  influencia  unificadora,  el  Nilo  está  lejos  de  poseer  un  carácter

               uniforme.  En  su  curso  desde  el  África  subsahariana  hasta  el  Mediterráneo,
               moldea el terreno por el que fluye configurando una gran variedad de paisajes

               distintos, y los antiguos egipcios aprendieron a explotar cada uno de ellos. En su

               cosmovisión,  el  río  iniciaba  su  curso  en  lo  que  se  conoce  como  la  «primera
               catarata», un conjunto de espectaculares rápidos cerca de la moderna ciudad de

               Asuán causados por la intrusión de granito duro y resistente a través del estrecho

               valle del Nilo. El estruendo provocado por las aguas en la época de la crecida al
               pasar entre los angostos canales y por encima de las rocas salientes, llevó a los

               antiguos  egipcios  a  creer  que  la  propia  crecida  se  iniciaba  en  una  profunda

               caverna  subterránea  situada  bajo  la  catarata.  En  la  isla  de  Abu  (la  Elefantina

               clásica/actual),  sembrada  de  cantos  rodados  y  situada  en  mitad  del  cauce  del
               Nilo,  rindieron  culto  a  aquella  fuerza  de  la  naturaleza  bajo  la  forma  del  dios

               carnero Jnum, mientras que la construcción de un nilómetro también en dicha
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