Page 55 - Auge y caída del antiguo Egipto
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     forma  la  intersección  entre  el  Alto  y  el  Bajo  Egipto,  fue  denominada  por  los
               antiguos egipcios «La Balanza de las Dos Tierras»; tras la unificación, resultó
               ser el emplazamiento obvio para la capital, dado que controlaba las dos partes
               del  país.  Sede  de  la  antigua  Menfis  y  de  la  actual  El  Cairo,  esta  zona  donde
               arranca el delta ha sido el centro administrativo de Egipto durante más de cinco
               milenios. Su importancia en tiempos faraónicos resulta patente por las pirámides
               que flanquean los límites de la escarpadura del desierto al oeste de Menfis, a lo
               largo de unos treinta kilómetros.
                  En términos ideológicos y políticos, los antiguos egipcios no dieron al Bajo
               Egipto  una  importancia  inferior  a  la  del  Alto  Egipto;  sin  embargo,  nuestros
               conocimientos actuales sobre el delta siguen estando muy por debajo de lo que
               sabemos sobre el valle del Nilo. Las principales razones de ello son la constante
               acumulación  de  limo  durante  siglos  —ha  sepultado  muchos  de  los  restos
               antiguos— y lo difícil e inhóspito del terreno. El contraste con el valle, estrecho
               y bien delimitado, no podría ser mayor. El delta incluye grandes superficies de
               tierras bajas y llanas, cuya extensión se pierde en el horizonte y que solo se ven
               interrumpidas por ocasionales palmeras que se alzan aquí y allá. Las peligrosas
               marismas  y  una  multitud  de  brazos  y  pequeños  canales  del  río  hacen
               especialmente difícil cualquier recorrido terrestre. El delta ofrece una fértil tierra
               de pastos y una abundante agricultura, pero se trata de terrenos poco rentables
               dado  el  perenne  riesgo  de  inundación  por  el  río  o  por  el  mar  (los  antiguos
               egipcios lo sabían muy bien; de ahí que denominaran al Bajo Egipto Ta-Mehu,
               «tierra inundada»). Asimismo, el delta representaba el flanco septentrional más
               expuesto de Egipto; la parte occidental era propensa a sufrir incursiones de los
               libios, mientras que el este solía padecer migraciones y ataques de los pueblos de
               Palestina y de más allá. Rendidas a la dominación extranjera en los períodos de
               debilidad, las lindes del delta fueron fortificadas en las épocas de fuerte gobierno
               central como una zona de amortiguación frente a posibles ataques y una base
               para  las  campañas  militares  destinadas  a  defender  y  ampliar  las  fronteras  de
               Egipto.  Al  final  de  la  historia  faraónica,  el  delta  adoptó  un  papel  prominente





