Page 57 - Auge y caída del antiguo Egipto
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Dios encarnado
LARGA VIDA AL REY
La unificación de Egipto en 2950 supuso la creación del primer Estadonación del
mundo. Hoy, esta forma de unidad política y social nos parece tan natural como
inevitable: nuestra prosperidad (o pobreza), nuestros derechos y deberes,
nuestras libertades (o su ausencia), todo ello se ve profundamente afectado por
nuestra nacionalidad. Con la única excepción de la Antártida, toda la superficie
de nuestro planeta está dividida en países, que en conjunto suman más de
doscientos. Pero no siempre fue así. Antes de finales del cuarto milenio a.C., esa
clase de estados no existían. La identidad y la lealtad se basaban, en cambio, en
la familia, la comunidad o la región. El concepto de Estado-nación —un
territorio político cuya población comparte una identidad común— fue la
invención de los antiguos egipcios.
A partir de Narmer, los primeros reyes de Egipto se encontraron gobernando
una forma de entidad política completamente nueva, que se mantenía unida tanto
por estructuras gubernamentales como por valores compartidos. Era un reto sin
precedentes: el de fomentar el sentimiento de nacionalidad entre personas
distintas, dispersas por un área que se extendía desde la primera catarata hasta
las costas del Mediterráneo. La creación de un sentimiento claramente definido
de «ser egipcio» (podríamos llamarlo de «egipcianidad») representa uno de los
mayores logros de los primeros gobernantes de Egipto. Y en su origen hay una
buena parte de interés propio. La doctrina de la realeza divina definiría la
civilización faraónica, produciría monumentos de gran simbolismo como las
pirámides, e inspiraría las grandes tumbas y templos que se alzan todavía hoy.