Page 62 - Auge y caída del antiguo Egipto
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decididos a potenciar su propia autoridad e influencia. Para ello necesitaban
medios de probada eficacia de exhibir su poder, de modo que se mostraban
encantados de tomar prestadas ideas extranjeras si estas servían a sus propósitos.
Así, durante unas cuantas generaciones la cultura de la élite egipcia adoptó parte
de la imaginería mesopotámica, especialmente motivos artísticos para
representar conceptos complejos o difíciles, como la propia noción de la realeza
(rosetón) o la reconciliación de fuerzas opuestas por medio del soberano (dos
fieras entrelazadas). Pero, una vez que las ideas prestadas habían logrado el
efecto deseado, fueron desechadas con la misma rapidez y reemplazadas por
expresiones culturales autóctonas, con la sola excepción del estilo arquitectónico
de inspiración mesopotámica adoptado en el palacio del rey y en otras
construcciones reales. La paleta de Narmer capta este importante momento en la
historia cultural del antiguo Egipto: en una cara aparecen motivos
mesopotámicos, mientras que la otra presenta exclusivamente motivos egipcios.
La civilización egipcia había alcanzado la mayoría de edad y estaba encontrando
su propia voz.
De modo similar, la representación del propio Narmer refleja a la vez modos
de expresión tanto prehistóricos como históricos. En una cara se le muestra
como un toro salvaje, derribando las murallas de una fortaleza rebelde y
pisoteando a sus desventurados enemigos. Pero basta girar la paleta para ver que
la representación del soberano como un animal salvaje ha quedado relegada al
pasado: ahora predomina la imagen del rey victorioso en forma humana. La
ideología de la autoridad real no había cambiado, pero su representación estaba
experimentando una profunda transformación. En adelante dejaría de
considerarse apropiado representar al rey como un animal; su recién adquirida
divinidad exigía una representación más elevada y sofisticada.
A lo largo de la historia, los monarcas han adoptado normalmente una serie de
elaborados símbolos destinados a diferenciarlos de sus súbditos. Las vestiduras y
ornamentos reales cifran los diferentes atributos de la realeza, proporcionando
una especie de resumen visual de la compleja ideología subyacente. En las