Page 571 - Auge y caída del antiguo Egipto
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TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A ROMA


               Los  latinos  eran  una  de  las  numerosas  tribus  itálicas  que  descendían  de  los
               primeros colonos que habían emigrado a Italia más o menos en la época de los

               Pueblos del Mar. En el 753, según su propia tradición, los latinos habían fundado

               una  ciudad  a  orillas  del  río  Tíber.  Dicha  ciudad,  Roma,  había  ido  creciendo
               regularmente en tamaño e influencia hasta llegar a controlar, hacia el 338, toda la

               provincia  circundante  del  Lacio,  y  ochenta  años  después  toda  la  península

               Itálica,  expulsando  de  paso  a  los  colonos  griegos  que  la  habitaban.  Apenas

               sorprende,  pues,  que  los  Ptolomeos  quisieran  mantener  buenas  relaciones  con
               ella. Así, en el 273, después de su gran procesión, henchido de orgullo y más

               confiado  que  nunca  en  su  importancia,  Ptolomeo  II  había  dado  el  paso  de

               concertar  un  intercambio  oficial  de  enviados  diplomáticos  con  la  estrella
               emergente de la política internacional. El tratado de amistad con Roma sería el

               principio de una larga, tortuosa y, en última instancia, fatal atracción.

                  Desde  un  primer  momento,  Ptolomeo  contempló  a  los  romanos  con  una

               mezcla de arrogante condescendencia y aduladora fascinación, como suele ser
               costumbre entre las superpotencias consolidadas frente a las naciones nuevas y

               prometedoras. Para ganarse el favor de Roma (y pese a mantener un tratado con

               la  ciudad  fenicia  de  Cartago,  en  la  costa  norteafricana),  durante  la  Primera
               Guerra  Púnica  el  Egipto  ptolemaico  se  quedó  cruzado  de  brazos,  para  recibir

               luego  a  una  delegación  de  romanos  agradecidos  como  recompensa  por  su

               duplicidad.  Pagándole  con  la  misma  moneda,  Roma  intervino  en  las
               interminables  luchas  entre  el  reino  ptolemaico  y  sus  rivales  macedonios  y

               seléucidas,  haciéndose  pasar  por  amiga  de  Egipto  para  potenciar  sus  propias

               ambiciones  internacionales.  En  tal  atmósfera,  las  encarnizadas  disputas  de  las
               dinastías helenísticas condujeron inevitablemente al auge de Roma como actor

               clave de la política mediterránea.

                  Al igual que su padre, Ptolomeo VI (180-145) se convirtió en rey a los seis

               años  de  edad.  Durante  los  cuatro  primeros  años  de  su  reinado,  con  su  madre
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