Page 566 - Auge y caída del antiguo Egipto
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enorme templo consagrado a Horus en Dyeba (la Apolinópolis Magna griega, la
actual Edfú), en el extremo sur de Egipto. Pero aquello no bastaba, y además
llegaba demasiado tarde. Un texto de la época (la llamada «Crónica demótica»)
arremetía contra los gobernantes ptolemaicos, acusándolos de ignorar la maat, y
profetizaba que se alzaría un rey autóctono que derrocaría a los extranjeros.
La profecía no tardó mucho en cumplirse. En el 206, un carismático líder
rebelde obtuvo una primera victoria contra las fuerzas del Estado. Al cabo de
unos meses, después de tomar la ciudad sagrada de Tebas, fue proclamado
faraón y reconocido oficialmente por el clero de Amón. Horunnefer, «el amado
de Amón-Ra, rey de los dioses», inició su reinado en el otoño del 205. Desde
Abedyu (la griega Abydos), en el norte, hasta Inerty (la griega Pathyris), en el
sur, el Alto Egipto se hallaba de nuevo bajo un gobernante autóctono. Los
registros catastrales fueron destruidos, el odiado régimen tributario fue
suspendido y los griegos, expulsados a la fuerza de sus casas. El gobierno
ptolemaico se batía en retirada. Durante un breve y excitante período, pareció
que el valle del Nilo podría liberarse de la dominación extranjera, tal como había
hecho en otros momentos decisivos de su historia.
Pero los Ptolomeos pensaban de otro modo. A finales del año 200, un nuevo
rey de Alejandría, Ptolomeo V (204-180), inició la contraofensiva. Las tropas
griegas marcharon hacia el sur desde sus bases en el delta y el Fayum. A
principios del 199 habían reconquistado Ptolemaida, y cuando el verano daba
paso al otoño pusieron sitio al sagrado enclave de Abedyu. Tras arrebatar el
centro del culto al dios Osiris-Unnefer de manos de un líder rebelde homónimo,
avanzaron hacia Tebas, donde obtuvieron una nueva victoria. El pesimismo
reinante entre los revolucionarios se convirtió en desesperación cuando
perdieron primero su capital y luego a su líder. La muerte de Horunnefer a
mediados del otoño del 199 podría haber marcado el final de la resistencia
tebana, pero un sucesor, Anjunnefer, tomó rápidamente el relevo, manteniendo el
mismo cómputo de años de reinado como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo,
con las fuerzas ptolemaicas controlando Tebas y otra importante guarnición