Page 561 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 561

antiguas deidades, Isis, Thot, Bastet y Amón. Incluso en Menfis, con su próspero
               puerto y su larga tradición de mezcolanza cultural, cada grupo étnico vivía en un

               barrio distinto de la ciudad.

                  La cuestión para los Ptolomeos era cómo unir elementos tan dispares en un
               reino unificado, cómo impedir que el país se fragmentara en función de criterios

               étnicos  y  culturales.  La  respuesta,  como  tan  a  menudo  había  sucedido  en  la

               historia egipcia, estaba en la religión. Los cultos a animales habían sido un rasgo

               característico de la religión del antiguo Egipto durante siglos, y Ptolomeo I hizo
               grandes esfuerzos para honrarlos. Prestó una particular devoción al más antiguo

               y  reverenciado  de  todos  aquellos  cultos,  el  del  toro  Apis  de  Menfis,  en  parte

               debido  a  su  fuerte  conexión  con  la  realeza  divina  desde  la  I  Dinastía.  Para
               complementar el centro del culto al toro en Saqqara, Ptolomeo I construyó un

               segundo complejo en Alejandría, consagrado a Osiris-Apis (Serapis en griego).

               De todo el mundo griego acudirían peregrinos para visitar los dos Serapeos; los

               egipcios  autóctonos,  en  cambio,  se  mostraron  claramente  muy  poco
               impresionados. Ellos sabían reconocer a las deidades tradicionales en cuanto las

               veían, y Serapis, representado como un dioshéroe griego, no era una de ellas. A

               la larga, el Estado ptolemaico retiraría su financiación del culto a Serapis, al no
               haber conseguido ganarse a la población egipcia.

                  Bastante más acertada fue la tentativa de Ptolomeo de combinar los conceptos

               helenístico y egipcio de monarquía en un solo culto al gobernante nacional. La
               vida  y  la  muerte  de  Alejandro  habían  demostrado  la  potencia  de  la  versión

               helenística, y los Ptolomeos supieron entender también la fuerza unificadora de

               la realeza divina egipcia, una doctrina que había sido la creencia definitoria del
               país durante la mayor parte de su historia. La combinación de las dos líneas —la

               helenística y la faraónica— parecía prometer un resultado que sería irresistible

               para  ambas  comunidades.  Al  principio,  fue  el  culto  helenístico  al  basileus, el

               «rey»,  el  que  alcanzó  preeminencia.  Ptolomeo  I  promovió  deliberadamente  el
               culto  a  Alejandro,  asociándose  a  él  y  estableciéndolo  en  Alejandría  para  dar

               legitimidad a su dinastía. Elevó a su antiguo jefe a la categoría de dios estatal, e
   556   557   558   559   560   561   562   563   564   565   566