Page 564 - Auge y caída del antiguo Egipto
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las consecuencias. Establecieron una contribución territorial en el Bajo Egipto y
               un impuesto sobre las cosechas en el Alto Egipto, además de cobrar elevadas

               tasas  por  ejercer  cargos  públicos.  Hasta  un  escriba  rural  tenía  que  pagar  una

               comisión por su nombramiento (y por cada renovación en el puesto), y asimismo
               estaba obligado, como condición para desempeñar el cargo, a tomar en arriendo

               tierras de la corona pagando un elevado alquiler anual. Poco a poco, el Estado

               impuso un nuevo régimen económico en todo Egipto, dedicando cada vez más

               tierras a la producción de trigo, empleando a intermediarios para recaudar las
               rentas  y  maximizando  la  tributación  por  todos  los  medios  posibles.  Como

               resultado  de  ello,  el  Egipto  ptolemaico  eclipsó  a  cualquier  otro  Estado

               helenístico  en  riqueza  y  poder.  Pero  esas  políticas  también  fomentaron  la
               inestabilidad  y  la  insurrección.  Subordinados  en  su  propio  país,  los  egipcios

               autóctonos  no  estaban  dispuestos  a  mantenerse  callados  y  resignados  para

               siempre.





               ¡REBELIÓN!


               Puede que los Ptolomeos hubieran tratado de proyectar una imagen de autoridad

               divina, pero la opinión que tenían de sí mismos como gobernantes benévolos no
               era  en  absoluto  compartida  por  todo  el  mundo.  Después  de  tan  solo  dos

               generaciones  de  gobierno  griego,  algunos  elementos  de  la  población  egipcia

               decidieron  desahogar  su  frustración  a  raíz  de  la  punitiva  política  económica

               impuesta por sus amos extranjeros. En el 245, Ptolomeo III se vio obligado a
               interrumpir  una  campaña  durante  la  Tercera  Guerra  Siria  para  sofocar  una

               revuelta interna. Esta no fue más que una insurrección menor y efímera, pero

               constituyó un presagio de que lo peor estaba por llegar. El resentimiento se fue
               enconando  durante  otras  tres  décadas,  aunque  fue  mantenido  a  raya  por  la

               maquinaria represora de los Ptolomeos.

                  Irónicamente, la gota que colmó el vaso sería una famosa victoria militar. En
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