Page 563 - Auge y caída del antiguo Egipto
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templos a aceptar agentes de la corona, funcionarios de confianza que tenían el
               cometido de velar por los intereses económicos del gobierno.

                  La reputada riqueza de Egipto siempre se había basado en su productividad

               agraria,  y  desde  un  primer  momento  los  Ptolomeos  se  mostraron  decididos  a
               explotar al máximo sus nuevos dominios. El fundador de la dinastía estableció

               su ciudad epónima, Ptolemaida, en una zona famosa por sus tierras de cultivo.

               Asimismo,  inició  un  proyecto  aún  más  ambicioso  en  el  Fayum,  ganando

               enormes extensiones gracias a la irrigación y triplicando así la tierra cultivable
               de la región. Bajo el reinado de Ptolomeo II, y en un milagro de ingeniería civil,

               se creó en la parte sur del Fayum un lago artificial con una capacidad para 275

               millones de metros cúbicos; albergaba agua suficiente para regar 150 kilómetros
               cuadrados de tierra cultivable. Dado que estas fincas habían sido creadas desde

               cero  a  partir  del  árido  desierto,  quedaban  al  margen  de  cualesquiera  derechos

               territoriales preexistentes, y sus productos se canalizaban directamente hacia las

               espaciosas arcas del Estado.
                  Del mismo modo, en todas las comunidades rurales de Egipto, el funcionario

               más humilde en la jerarquía del gobierno, el escriba rural, pasó a ocuparse, ante

               todo, del uso de la tierra y los rendimientos agrarios. Su principal tarea consistía
               en calcular cuánta tierra podía ser alquilada por el Estado a aparceros y cuántos

               ingresos  generaría.  Los  escribas  eran  convocados  a  su  capital  provincial  para

               reunirse con el gobernador griego en la oficina del registro estatal dos veces al
               año: una en febrero, a fin de prepararse para la inspección anual de la producción

               agraria,  y  otra  cuatro  semanas  después,  para  presentar  un  informe  con  sus

               conclusiones. Más avanzado el año, a comienzos del verano, los escribas rurales
               de todo Egipto se reunían en Alejandría para responder ante el dioiketes. Ello

               representaba un claro recordatorio de que, tanto si el país estaba gobernado por

               un egipcio como por un griego, la economía seguía ocupando el lugar prioritario

               en los intereses del Estado.
                  Como todos los gobernantes coloniales anteriores y posteriores, los Ptolomeos

               se dedicaron a exprimir hasta la última gota su territorio, sin prestar atención a
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