Page 556 - Auge y caída del antiguo Egipto
P. 556

organizados en el mundo antiguo. Desde la mullida comodidad de una enorme
               tienda, levantada dentro de las murallas de la ciudadela real, Ptolomeo II y 130

               personas  invitadas  para  la  ocasión  vieron  pasar  ante  ellos  una  gran  procesión

               ceremonial.  Primero  desfilaron  las  estatuas  que  honraban  a  las  divinidades
               patronas  de  la  dinastía,  Dioniso,  Zeus,  Alejandro,  Ptolomeo  I  y  su  esposa

               Berenice.  Tras  ellas  procesionaron  con  gran  estruendo  exóticos  tributos  de

               África, Arabia y la India: veinticuatro carros de elefantes, antílopes, avestruces,

               onagros,  leopardos,  una  jirafa,  un  rinoceronte  e  incontables  camellos;  luego
               nubios portando tributos, vistosas mujeres indias, ganado vacuno y perros (todo

               ello «fauna» a los ojos de Ptolomeo). Finalmente desfiló el contingente militar,

               un elemento esencial de cualquier desfile triunfalista, integrado por ochenta mil
               soldados del ejército ptolemaico. Mientras que los faraones del Imperio Nuevo

               se  habían  limitado  a  tallar  escenas  de  tributos  en  las  paredes  de  tumbas  y

               templos, Ptolomeo las organizó de verdad.

                  En lo que constituía una desviación aún más radical del precedente faraónico,
               la asombrosa pompa de Ptolomeo II tuvo lugar no en Tebas o en Menfis, sino en

               Alejandría, la joya de la corona ptolemaica. Desde su fundación el 7 de abril del

               331, la ciudad se había convertido en el principal centro comercial del mundo
               mediterráneo. Alejandro había elegido personalmente su emplazamiento, y había

               escogido bien. A solo unos treinta kilómetros de una de las principales bocas del

               Nilo,  pero  no  afectada  por  la  crecida  anual,  Alejandría  estaba  en  un  lugar
               inmejorable para el comercio marítimo. Un doble puerto natural, dividido por

               una calzada elevada, proporcionaba un ancladero de aguas profundas para los

               barcos  mercantes  y  amplios  muelles  para  la  carga  y  descarga  de  productos.
               Además  de  almacenes,  astilleros  y  el  propio  emporio,  los  muelles

               proporcionaron también la ubicación perfecta para edificar un teatro y un templo

               consagrado a Poseidón, el dios griego de los mares. Hacia el interior, el centro de

               la ciudad fue diseñada en forma de cuadrícula (otro rasgo helenístico), con dos
               amplias  avenidas  de  varias  decenas  de  metros  de  ancho  que  se  cruzaban

               perpendicularmente.  A  lo  largo  de  esas  avenidas  se  distribuían  los  principales
   551   552   553   554   555   556   557   558   559   560   561