Page 551 - Auge y caída del antiguo Egipto
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                                                    El largo adiós












               EL RUTILANTE TROFEO


               Alejandro dejó Egipto en abril del 331, para no volver. Su estancia había durado
               apenas cuatro meses, pero en ese breve tiempo no se había limitado simplemente

               a agregar la tierra de los faraones a su creciente lista de conquistas y hacerse

               reconocer como un dios vivo; con las miras puestas en el destino de su imperio,
               así  como  en  el  suyo  propio,  también  había  puesto  en  marcha  estructuras

               administrativas de largo alcance a fin de garantizar un gobierno fuerte en el valle

               del Nilo tras su partida. Alejandro era consciente de que, por más que se hubiera

               ganado por la espada, Egipto no prosperaría bajo una junta militar, por lo que se
               aseguró de que hubiera una clara separación de poderes, dejando el mando del

               ejército en manos macedonias, mientras se confiaban los asuntos civiles a dos

               gobernadores, uno egipcio y otro persa. Aunque estaba orgulloso de su herencia

               griega,  Alejandro  tenía  la  intención  de  construir  un  imperio  multicultural,  un
               mundo  de  oportunidades  donde  las  personas  de  talento  de  todos  los  orígenes

               étnicos  pudieran  llegar  a  lo  más  alto.  Puede  que  el  valle  del  Nilo  se  hubiera

               convertido  en  un  territorio  macedonio,  pero  un  dignatario  egipcio  como
               Sematauytefnajt  todavía  podría acumular cargos y honores  en la confianza de

                                                                                        1
               estar  «bendecido  por  su  señor  y  reverenciado  en  su  nomo».   Tal  como  había
               pretendido  subrayar  la  manifestación  pública  de  piedad  de  Alejandro  al  toro
               Apis, quería presentarse como un libertador y como un gobernante ilustrado que

               respetaba y honraba las antiguas tradiciones y creencias de Egipto. En esa misma
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