Page 326 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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guras femeninas; su fuste arranca de una cariátide formada por un sátiro en actitud
de jugar al kóttabos. El coronamiento se halla resuelto mediante la figurita de un niño
que descansa sobre un solo pie al tiempo que juega con un perrito.
Interesantes son, también, los ejemplares atesorados en Berlín, procedentes de
Vulci, que figuran a un Heracles; en Munich, con un joven desnudo; y en Nueva
York, con un Sileno. De Todi procede otro magnífico quemaperfumes, hoy en el Mu
seo de Villa Giulia de Roma, resuelto mediante tres cavidades en la base (sin duda,
Lasas, por estar representadas con alas) sobre las que se halla un Sileno manipulando
algo sobre un recipiente; de su cabeza arranca el vástago, del que pende otra Lasa,
elemento que finaliza en una cazoleta ornada de pájaros.
Braseros y carritos
Los braseros de bronce se difundieron en el ámbito etrusco sobre todo a partir
del siglo iv a.C., sustituyendo poco a poco a los fabricados en bucchero y en terraco
ta. Se trata de pequeños pilones, sostenidos por tres pies que representan grifos o
bien otras figuras. A veces el reborde superior estaba rematado con diferentes figuri
llas, tal como puede verse en algunos ejemplares de Chiusi. Asimismo, los carritos de
cuatro ruedas, elaborados también en bronce, son de gran interés. Sirvieron, a veces,
de pebeteros o quemaperfumes o de soportes para tales objetos.
Uno de los más famosos carritos (hoy en el Museo de Villa Giulia de Roma)
—ya comentado anteriormente— es el hallado en una tumba de fosa, del siglo vni
a.C., en Bisenzio, de tan sólo 29,50 cm de altura. Su decoración la forman una esce
na de agricultura, otra de caza y dos de lucha, además de dos grupos familiares, com
prendiendo en ellos un hombre itifálico, armado de yelmo, escudo y lanza, y una
mujer —tal vez una diosa— portando dos recipientes: una olla en la mano y una va
sija sobre la cabeza. El otro grupo lo forman tres personas: un muchacho con cintu
rón y escudo oval y un guerrero itifálico, también con yelmo y lanza, tocando el
seno a una mujer, la cual a su vez estimula sexualmente al hombre. En la compleja
decoración aparecen, asimismo, diversos animales (perro, lobo, liebre, ciervo, dos ca
bras montesas y un jabalí).
Como ha subrayado M. Menichetti,
la iconografía del carrito de Bisenzio reúne y
liga indisolublemente un ciclo vital que
comprende muerte, agricultura, sexuali
dad, guerra y caza, emergiendo en tales va
lores la simbología de la naciente aristo
cracia etrusca.
Por su parte, M. Torelli, que ha con
siderado la pieza como «un incunable de
Í ¡L la mentalidad aristocrática etrusco-itáli-
ca», estima que su decoración presenta
una estructura de extraordinaria cohe
rencia ideológica en torno a la naturale
za salvaje y al hombre, dentro de una
Carrito de Bisenzio. (Museo de Villa Giulia, lectura simbólica circular acerca del ciclo
Roma.) biótico.
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