Page 330 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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     los hermanos Vibenna como guerreros, capturando a Cacu, que hace sonar su lira, y
        a Artile,  que lee un díptico abierto sobre sus rodillas, temática inscrita en un fondo
        histórico que luego recogería Aulo Gelio, un escritor romano del siglo π de nuestra
        era.
        Las cistas
           Las cistas conocieron un gran desarrollo entre los siglos iv y n a.C., sobre todo en
        Preneste,  localidad muy vinculada  a Roma, pero  etrusquizada,  que  se  especializó
        en la fabricación de tales utensilios.
           Sirvieron para guardar joyas y también pequeños objetos de tocador, y se compo
        nían de un cuerpo decorado externamente con incisiones grabadas a buril —a veces el
        cuerpo era calado— y sustentado por tres o cuatro pies, con forma de garras de felino,
        de ave o de prótomos de animales, y de una tapadera, cuya artística empuñadura con
        sistía en una, dos o tres estatuillas figurando sátiros, ménades, guerreros o animales.
           De bases ovaladas en su origen, se pasó luego a una forma totalmente cilindrica
        regular y más alta. Su decoración estuvo inspirada en la gran pintura griega, conoci
        da en Etruria a través de las cerámicas, y se adaptó, en cuanto a su composición, al
        marco de la cista en una escena continua y homogénea en la que se narraban los di
        ferentes momentos de un mismo episodio, procurando que los dos más importantes
        quedasen en sus sectores frontales, significados por la disposición de las figurillas de
        las tapaderas.
        a)  La Cista Ficorini
           De todas las cistas que nos han llegado, la más hermosa es, sin duda, la conoci
        da como Cista Ficorini (llamada así por el nombre de su antiguo propietario), hoy ate
        sorada en el Museo de Villa Giulia de Roma. Hallada en una tumba de Palestrina,
        en  1738, tiene una altura total de 77 cm y un diámetro de 38  cm.  Su autor fue un
        broncista campano que la fabricó en Roma, según se sabe por la inscripción, en latín
        arcaico, en ella existente. En la base de la empuñadura de la tapa puede leerse la sig
        natura del artista, un liberto, sin duda, de la gens Plautia: Novios Plautios med Romai fe-
        cid («Novio Plautio me hizo en Roma»), Dicho texto continúa con una segunda ins
        cripción, la cual nos ha revelado el nombre de la dedicante: Dindia Macolniafileai de
        dit («Dindia Malconia [la]  dio a su hija»).
           Su tema ornamental recoge una «argonáutica»,  similar a la ideada por el griego
        Kydias, y a la cual se añadieron motivos itálicos.  Sus dos escenas principales corres
        ponden, una, al castigo del gigante Amikos, hijo de Poseidón y rey de los bebryces,
        atado a un tronco de laurel en presencia de Atenea, tras ser derrotado por Pólux, uno
        de los Dióscuros, y otra, a la Fuente del agua, dispuesta a modo  de gárgola en for
        ma de cabeza de león. Junto a la fuente aparecen un Sileno y varios personajes dia
        logando, provistos de ánforas dispuestas a ser llenadas con el agua, y, en un segundo
        plano, parte de la nave Argos, de la que desciende un efebo con un vaso. Por encima
        de este friso central su halla una franja con palmetas, encuadradas con volutas jóni
        cas y separadas con flores de loto. Unos lotos, que separan esfinges afrontadas, orna
        mentan la franja inferior del hermoso recipiente.
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