Page 335 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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oriental y griega, pronto se elaboraron en Etruria.  Han sido hallados ejemplares en
        muchos lugares, sobresaliendo los  de la  Tomba Barberini de Preneste, los del  Circolo
        dei Lebeti de Vetulonia y los de la Tomba Regolini-Galassi de Caere. Particularmente di­
        vulgados  son  dos  lébetes  de  la precitada  Tomba Barberini,  conservados  en  el Museo
        Gregoriano Etrusco, adornados ambos con varios prótomos de león.
            Por otra parte, muy interesantes son, asimismo, unas jarritas de bronce lamina­
        do y asa fundida, que tuvieron una gran difusión no sólo en Etruria, sino también
        en Francia, Bélgica, Alemania y Cartago. Técnicamente, dichas jarritas son conoci­
        das bajo dos denominaciones: como «tipo schnabelkanne», de marcado pico, y como
        «tipo plumpekanne», éstas de formas más redondeadas.
            La producción de ejemplares broncíneos continuó de modo ininterrumpido has­
        ta el siglo π a.C. En el siglo iv a.C. se fabricaron oinochóai en forma de cabeza huma­
        na, a las que seguirían, en el siglo siguiente, frascos de perfume, adoptando la forma
        de cabezas femeninas.
            La variedad  de  piezas  consignadas  conoció  una extraordinaria  difusión y justa
        fama no sólo en Etruria, sino en todo el ámbito mediterráneo. Incluso un ateniense,
         de nombre Critias, a quien citamos al principio de este capítulo, que vivió en el si­
        glo v a.C., no dudó  en afirmar que los bronces etruscos  de  cualquier tipo eran los
        mejores de todos, sobrepasando a los griegos. Plinio el Viejo (Nal. Hist., XXXIV,  16)
        no dudó en señalar que los bronces figurados toscanos, elaborados «sin ningún géne­
        ro de dudas» en Etruria, se habían difundido por todo el mundo.



        Las  est a tu ill a s  d e  b r o n c e

            Lo mismo cabe decir de las estatuillas de bronce, en cuya elaboración los estrus-
        cos fueron  destacados  artesanos.  Desde  exvotos,  que  los  donantes  depositaban en
        templos y santuarios, en calidad de ofrendas o regalos (anathémata), a colgantes —por
        ejemplo, el Discóbolo de la Pomerance Collection de Nueva York—, pasando por fi­
        guritas simplemente ornamentales u honoríficas, tanto autónomas como de conjun­
        to, la broncística etrusca conoció una amplia tipología de temas, según han demos­
        trado los hallazgos efectuados en el Monte Falterona (en los Apeninos, al norte de
        Arezzo), con más de 600 pequeños bronces, en Monte Acuto Ragazza, Brolio de Val
        di Chiana, Chiusi, Fonte veneziana (Arezzo) y Marzabotto, por citar algunas locali­
        dades famosas por sus pequeños bronces.
            La gran cantidad de estatuillas que han llegado a nuestros días representan so­
        bre todo a devotos y divinidades, sin olvidar un buen repertorio animalístico (gri­
        fos y cérvidos de Brolio, por ejemplo) y de héroes griegos (el Ayax suicidándose, de
        Populonia).
            Las primeras experiencias plásticas de la broncística copiaron patrones pelopone-
        síacos, según dejan ver algunos ejemplares de Vetulonia,  Caere y Vulci.  Luego, fue­
        ron adquiriendo personalidad poco a poco, aunque sin perder el referente helenísti­
        co, sometiéndose a estilizados cánones y adquiriendo un gran decorativismo, cuyo
        ejemplo podría resumirse en la estatuilla de un lancero del Museo Arqueológico de
        Perugia o en los arúspices del Museo de Villa Giulia de Roma.
            Los excelentes estudios de A. Hus, G.  Colonna, E. Richardson y M. Cristofani,
         entre otros muchos que también podrían aquí aportarse, permiten valorar la gran ca­
        lidad de la broncística etrusca.

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