Page 334 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
P. 334

pesino que ara la tierra con su buey; para otros, un hombre que pica a un toro de
        largos cuernos).
           La interpretación de esta pieza ha sido conectada, bien con ancestrales ritos en­
        caminados a asegurar la fertilidad de la tierra, bien con ritos sangrientos que se ten­
        drían con seres vivientes, fuese en un contexto de caza o de guerra (tapadera), fuese
        en un ambiente doméstico («hombros» de la urna). Tampoco se excluye una simbo-
        logía de muerte y renacimiento, asociada a rituales agrarios (M. Torelli), ni tampoco
        a episodios conectados con la institución del colegio de los danzantes Salios, al ser­
        vicio de divinidades guerreras (A. Calvetti).
           En línea con este soberbio ejemplar se halla el revestimiento broncíneo con figu­
        ras de animales monstruosos y figuras humanas emplumadas hallado en Palestrina,
        atesorado, también, en el Museo de tal localidad. Otro personaje emplumado, simi­
        lar, puede verse en el asa de una sítula, proveniente de Cittá di Castello (Perugia), del
        siglo vil a.C., y que se fabricaría tal vez en Vetulonia.
           En el área de Chiusi, a comienzos del siglo vil a.C., sobre las umas cinerarias de
        bronce se sobrepusieron máscaras, también del mismo metal, dotando así de personali­
        dad a las mismas. En un principio, dichas máscaras —que intentaban perpetuar los ras­
        gos del difunto— se colocaron sobre los rostros de los propios difuntos, pero pronto se
        fijaron sobre el vaso cinerario, sustituyendo a los yelmos que hasta entonces las tapaban.
        Los ejemplares que nos han llegado permiten seguir los progresos técnicos que se fue­
        ron logrando en tal campo. Si primero los rasgos faciales eran toscos, apenas insinuados,
        como puede verse en un ejemplar de Chiusi —hoy en el Museo Arqueológico de Flo­
        rencia—, al final del siglo vil a.C., las mismas se modelaron ya con algo más de preci­
        sión, llegándose a hacer de bulto redondo. A mediados del siglo vi a.C., las máscaras se
        confeccionaron cada vez con las facciones más hieráticas e impersonales, para ir deca­
        yendo paulatinamente hasta abocar a su desaparición (M. P. Riis, M. Cristofani).
           Además de constituir un estilo propio, aquella práctica de coronar las urnas con
        máscaras funerarias constituyó una de las primeras tentativas de antropomorfización
        del material funerario, según señaló A. Hus. Para un mayor realismo, a veces, a las va­
        sijas se les añadían brazos en relieve e incluso se las colocaba sobre un pequeño tro­
        no o silla, quizá para recuperar con tal postura sedente la identidad que el difunto ha­
        bía perdido al ser incinerado.
           En algunos puntos de la Campania, a finales del siglo vi a.C., diferentes y hermo­
        sos dinoi de bronce laminado, con tapaderas realzadas con estatuillas, también de bron­
        ce, pasaron a utilizarse como umas cinerarias. Tales piezas se apoyaban en pequeños trí­
        podes metálicos, de los que han llegado muy pocos ejemplares (uno, con garras de fe­
        lino que sostiene un ejemplar broncíneo de Campania, se halla en Berlín).
           Quizá el dinos funerario más hermoso  sea uno,  originario  de Capua (hoy en el
        British Museum), en cuyo pomo se figura una ménade y un sátiro danzando y en su
        entorno —sobre la estrecha boca— cuatro amazonas, todo ello de excelente factura.
           Los vasos broncíneos, producidos ya a partir del villanoviano, también tienen su
        interés. Entre los siglos viii y comienzos del vi a.C., presentan decoraciones repuja­
        das e incluso algunos elementos fundidos (soportes y asas).  Sus formas eran típicas
        griegas  (lébetes, kántharoi, hydríai, ólpai, oinochóai) y en algunos casos se fundieron de
        gran tamaño.
           Gran personalidad alcanzaron algunos lébetes, debido a la decoración plástica, por
        lo común de lámina de bronce batida, incorporada en sus bordes, constituida en ge­
        neral por prótomos  de  fieros  animales.  Si  en  un  principio  fueron  de  procedencia


        340
   329   330   331   332   333   334   335   336   337   338   339