Page 346 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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Debemos hacer referencia también a la excelente gema del Museo Arqueológi­
         co de Florencia, de finales del siglo iv a.C., labrada en ágata, con la inscripción de
         Appius alce, que ya comentamos con anterioridad. La escena tallada en la misma re­
         coge el transporte de los escudos sagrados (arma ancilia per urbem ferre). M. Torelli ha
         apuntado la hipótesis de que tal joya sería el don de un latino a un etrusco. En cuan­
         to al texto, tal etruscólogo lo conecta con el famoso Apio Claudio, el Ciego.
            Muchas de aquellas gemas, por ahora unas  130 con nombres incisos,  enumera­
         dos por H. Rix, tuvieron, sin duda, un claro valor de referencia genealógica, apropia­
         da al estatus ideológico de los nobles (aristoi).
            Por otra parte, debe ser mencionado,  asimismo,  el riquísimo conjunto de joyas
         de oro descubierto en una tumba de Vulci, formado por dos pendientes de disco, un
         collar del que penden engastes con piedras de variada calidad, un alfiler de cabeza,
         tres fibulas de arco y tres anillos, todo ello conservado en el Metropolitan Museum de
         Nueva York.


         Las copas

            De una tumba de cámara de Preneste proviene una copa de oro (hoy en el Victoria
         and Albert Museum de Londres), de 7,40 cm de altura y 10,80 cm de diámetro, cons­
         tituida por dos láminas, una interna, lisa, y otra externa, cuya superficie aparece de­
         corada con 23 bullones y unos 137.000 gránulos o bolitas de oro, formando los mis­
         mos hermosos motivos geométricos y redes vegetales entrelazadas. Fechada en el si­
         glo vil a.C., su decoración la reivindica como obra etrusca y no de origen foráneo,
         a pesar de recordar prototipos orientales (de Nimrud y de Chipre).
            Por la sencillez de sus líneas debe recordarse una kotyle de oro, de idéntica fecha,
         de la  Tomba Bernardini,  guardada hoy en el Museo de Villa Giulia.  Esfinges estiliza­
         das, propias de la mitología griega, decoran las dos asas de esta delicada copa.  Otra
         kotyle, pero de plata dorada, de Pontecagnano, de la que sólo se conserva un asa, pre­
         senta  como  única  ornamentación  en  su borde  una falsa inscripción jeroglífica.  La
         pieza se ha adscrito a un orfebre activo en la costa sirio-palestina hacia finales del si­
         glo vil a.C.
            No tan espectacular, pero sí sobresaliente por su elegante tracería decorativa,  es
         otra copa de plata, adornada con flores de acanto y una rosa central de ocho pétalos
         con un granate como botón, que puede admirarse en el Museo Arqueológico de Ná-
         poles.
            También hay que recordar la denominada sítula dePlikasna (13,80 cm de altura),
         hoy en Florencia.  Trabajada  en plata  dorada por un  artesano  oriental,  emigrado  a
         Caere hacia mitad del siglo vil a.C., se halla decorada con figuras de hoplitas y de
         animales.



         Nuevas técnicas

            A partir del siglo vi a.C., la decoración del granulado se invierte. Pasaría a for­
         mar parte de los fondos, dejando las figuras sin cubrir, obteniéndose con ello efec­
         tos incluso «pictóricos».  Este estilo tapizado a base  de gránulos fue, sin duda,  crea­
         ción etrusca.


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