Page 349 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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tosto (Caere). Conectados tales objetos con la aristocracia, testimonian el gusto
por la música, presente en muchas de las actividades y manifestaciones de la vida
etrusca.
En una tumba (tbólos) de Montefortini, en Comeana di Camignano, explorada
entre 1966 y 1987, fue localizado un espléndido lote de piezas marfileñas, datadas en
el 640-630 a.C. (E Nicosia), atesorado en el Museo Arqueológico de Florencia. Lo
novedoso de las piezas es su variada decoración en la serie de mitos griegos recogi
dos, entre ellos, la saga de Heracles o de Equidna, engendro con cuerpo de mujer
y cola de serpiente, madre de numerosos hijos monstruosos, entre ellos, Ortro, el
perro de Gerión, Cerbero, el perro de los Infiernos, la Hidra de Lerna y la Quimera,
muerta por Belerofonte. También se hallan pasajes de la saga de Perseo, de Jasón y de
Aristeo.
En suma, su anónimo artista, un maestro culto, difundió desde Chiusi exce
lentes obras eborarias, consistentes en peines, figurillas exentas (algunas de tan
sólo 2,20 cm de altura) y pequeñas plaquitas de aplicación sobre cofrecillos y pyxides.
De finales del siglo vil a.C. son también los marfiles localizados en 1976 en el Tu
mulo del Calzaiolo, de San Casciano in Val di Pesa.
A partir de la mitad del siglo vi a.C., coincidiendo con el período arcaico, la pro
ducción ebúrnea se centró, sobre todo, en la ejecución de hermosas plaquitas rectan
gulares. Sus finos relieves, que fueron realzados con suave policromía, aplicados a co
frecillos de madera y a pequeños muebles, hacían de ellos verdaderas joyas, y por su
perfección incluso llegaron a ser exportados. La temática ornamental de las mismas
fue muy variada: figurillas femeninas (plaquitas del Museo de Bolonia); escenas de
caza y de banquete (plaquitas de Orvieto, hoy en Florencia; plaquitas de Tarquinia,
hoy en el Louvre).
Sin embargo, a finales del siglo v a.C., los talleres especializados en la labra
marfileña iniciaron su declive no sólo por la situación política y social que atrave
saban las ciudades etruscas, sino también por la falta de marfil y por la pobreza de
recursos artísticos, centrados en reproducir temas pasados y en crear tan sólo moti
vos banales. La mayoría de las plaquitas de aplicación se verían decoradas con cua
drúpedos, peces y pájaros estilizados (ejemplares de Ñola, Marzabotto, Vulci, Chiusi
y Capua). La factura de las mismas evidencia ante todo una producción en serie y no
un trabajo básicamente artístico. No obstante, junto a tal producción, algunos ejem
plares llegaron a sobresalir por su singularidad, caso de cuatro figurillas femeninas
(11 cm de altura) que sirvieron de adorno a un pequeño cofre, halladas en una tum
ba de Chiusi y hoy atesoradas en París. Las mujeres van vestidas con himátion jo-
nio y portan —excepto una— diferentes tabas en su mano derecha.
Con los comienzos del siglo rv a.C., momento crítico para Etruria, que había
iniciado su decadencia histórica, los obradores marfileños no conocieron ninguna
recuperación con respecto al siglo anterior, aunque produjeron pequeños ejempla
res inspirados en modelos griegos a los que añadieron elementos específicamente
etruscos. La carencia de marfil fue compensada con la talla del hueso, materia en
la que todavía se lograron algunos ejemplares de notable interés (placas de revesti
miento de Preneste, hoy en el Museo de Villa Giulia; mangos de espejos de Chiusi
y Perugia).
Poco a poco, ante la falta de materia prima y la escasa demanda, fue extinguién
dose la fabricación de objetos eborarios, llegando, incluso, a desaparecer los artesa
nos especializados.
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