Page 390 - Lara Peinado, Federico - Los etruscos. Pórtico de la historia de Roma
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No faltaron figuraciones que lo presentan tocado con una piel de león en la cabeza
(urnas de Chiusi y de Perugia) y teniendo en algunas ocasiones —ya en épocas tar
días— un remo en las manos (influencia clara del Caronte griego).
En las pinturas, sus carnes están coloreadas con tonos azulados o verdosos, inten
tando imitar el color de la carne en descomposición. En este caso, se parece al demo
nio griego Eurínomo, en la versión del célebre pintor Polignoto.
Cham(n) va vestido con un Aitón corto y a veces incluso con un reducido perizoma.
Su calzado usual fueron las botas. En muchos casos, el nombre de Cham(n) está matiza
do o calificado mediante epíclesis significativas. En la Tomba dei Caronti, de Tarquinia,
aparece representado cuatro veces y llamado respectivamente como Chamn huths («Cha-
run, el cuarto»), Charun chunchulis (se ignora qué sea chunchulis), Chamn achrum(c)e
(«Charun del Aqueronte») y con otro nombre, hoy ilegible. A la vista de estas denomi
naciones binarias hay que pensar en un ser único, pero de esencia plural (huths = el
«cuarto»), cuyas manifestaciones visibles se distinguían por sus epíclesis. Cham(n) no fue,
en realidad, una divinidad única del Más Allá, sino una entidad, como se ha dicho, plu
ral, según puede observarse en algunos sarcófagos —entre ellos, el de Laris Puknas—, y
determinadas urnas cinerarias de época helenística, siendo comparable en este sentido
pluralista a Vanth o a Lasa. Sus funciones fueron siempre las mismas, consistentes en
anunciar a los moribundos el momento de su óbito, separarlos de sus seres queridos y
familiares, acompañarlos en el viaje al Más Allá (previa práctica del obolus Carontis), ca
minar delante del carro de Aita y estar vigilando en la puerta de la tumba.
Tuchulcha
Más terrible aún que Charu(n) era Tuchulcha, a pesar de haber sido menos figurado
en vasos y tumbas. Su rostro, al ser contemplado, causa todavía mayor terror, pues lo do
mina un grandioso pico de ave de rapiña y unos penetrantes ojos rojos. De entre su en
marañado cabello, sobre el que se agitan serpientes, surgen dos orejas de asno. Este ser
demoníaco, de cuerpo humano y piel de tono cadavérico, enarbola en sus manos vene-
nosas serpientes. Pezuñas y garras forman
sus pies, al tiempo que unas grandiosas
alas le permitían desplazarse.
Todas estas entidades infernales, en
opinión de L. Banti, nunca atacaban a los
humanos, a pesar de su amenazadora ac
titud. Serían, según tal estudiosa, símbo
los de la naturaleza infernal más bien que
instrumentos destinados al castigo de los
ya fallecidos.
O t r o s d io s e s d e t ip o c o m p l e jo
En un mundo divino tan complejo
como el etrusco tuvieron carta de natu
raleza otros seres que formaron una es
Tuchulcha. Tomba delFOrco. Tarquinia. pecie de panteón celeste, constituido
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